El paisaje está gris, pero me crece
un tono azul celeste, ante los ojos;
frente a ese gris que envuelve mis antojos,
este nuevo color se me aparece.
¡Azul! … ¡Que quiero azul!... Que me parece
que es muy triste este gris de mis enojos,
que no han de amedrentarme los abrojos
que, aguzados me hieren… Que merece
la pena, levantarse cada día
a pesar del dolor y la ceguera
y aun a pesar del llanto y del lamento.
Quiero seguir diciendo mi alegría
y, en busca de una nueva primavera,
poner nuevas canciones en el viento.