Índice de Documentos > Boletines > Boletín Junio 2011
 

A corazon abierto
(por Demetrio Mallebrera Verdú)

NADA SE QUIERE SIN HABERLO CONOCIDO ANTES

(En tributo de admiración a Vicente Ramos)


     Esta frase, que obedece al viejo aforismo escolásticonihil volitum quin praecognitum es de las pocas expresiones recientes que tenemos por escrito como pronunciadas por el eminente historiador, escritor, divulgador y, ante todo, pensador, Vicente Ramos Pérez, fallecido el jueves 2 de junio, y persona a la que sé que se le tiene en altísima estima además de entre familiares y compañeros también entre amigos y paisanos de su natal Guardamar, de su Monóvar de Azorín, de su Polop de Miró, de su Orihuela de Miguel Hernández, y de toda la tierra alicantina, que con sus concienzudos estudios amó por gusto y necesidad y de la que se tiene como fruto la historia de la Provincia nada menos que en cuatro trabajados tomos. “Nada se quiere sin haberlo conocido antes” es la respuesta de Vicente Ramos a la pregunta del periodista Fernando López de Rego, última aparición escrita de nuestro cronista de maravillosos paisajes y añejos pálpitos interiores, en el género de entrevista y formato de opúsculo de 50 páginas que, con motivo de cumplir nuestro escritor 90 años, y editado por el Grupo de Estudios de Actualidad de Alicante (GEA) salió a la calle en julio de 2009, con el expresivo título de “Vicente Ramos, testigo de Alicante. 90 años de amor y de búsqueda”. No en vano concluye del siguiente modo esta conversación con el periodista: “Si a la altura de los noventa años he logrado que la amistad tenga asiento real en el mundo de mi espíritu y que mi obra sea positiva y útil a la sociedad, me doy por muy satisfecho”. Y así es.

     El que esto escribe puede considerarse compañero (por cuestión empresarial, y eso ya sería suficiente; pero también por razones más etéreas, como escribir en casi todos los sitios donde te lo ofrecen, incluso por tocar con una misma sensibilidad los asuntos que, bien por encargo o por atender antes de que te abandonen las impacientes musas que nunca sabes ni cuándo ni cómo salen, pero es imperioso no dejarlas pasar, nos inducen a que podamos plasmar nuestras inquietudes), pero voy a ser sincero a machamartillo: lo mío ha sido siempre ser discípulo. Discípulo de Azorín, de Miró, de Miguel Hernández y de quien me llevó a estas encumbradas plumas de nuestra lengua: Vicente Ramos. Creo que también hablo en nombre de muchas personas de mi generación que ahora acabamos de llegar a los sesenta años de edad todavía inquietos buscando sin parar la expresión sin caer en redichos, la forma sin perder el sentido, la orilla sin llegar a naufragar, el sosiego sin tener que sortear meandros.

     Escribí una vez en un artículo titulado “El erudito”, dedicado a nuestro mentor, con motivo de un homenaje popular que se le hizo en un lugar donde no cabía ni una aguja y el protagonista nos embobó a todos cuando tomó la palabra para envolvernos con la delicadeza de su culto lenguaje literario y metafísico lo que aprendió, casi al pie de la letra de su investigado hasta el extremo Gabriel Miró, de quien dice que a la inmovilidad y rigidez de la idea se opone la dinámica del amor, de la emoción del bien, de lo humano. En aquella colaboración dije claramente que los que despertábamos al mundo de las letras, en los años sesenta, después de nuestra inquieta adolescencia (que, de algún modo, como búsqueda, nunca acaba), gracias a Don Vicente, con sus publicaciones y colaboraciones, supimos de nuestros personajes comprovincianos de los que poco se hablaba: Altamira, Miró, Azorín, Miguel Hernández, Arniches, Oscar Esplá, Jorge Juan, Chapí, y de tantos otros, así como de muchísimos personajes que parecían condenados a quedarse en el olvido, aunque los citara sólo en una corta reseña. A él hay que agradecerle que nos los pusiera a mano para así quererlos y estimar más lo propio. Gracias Vicente Ramos por ayudarnos a conocernos mejor.

Publicado en La Verdad (edición Alicante) el 4 de junio de 2011

Volver