La luz de cada mañana
viene alumbrando mi senda
y clava agujas de oro
en el oro de la arena…
La luz, creciendo y creciendo
de par en par, pinta nuevas
pinceladas de colores
de jazmines y de adelfas…
¡Venga la luz a mis ojos
y a mi pensamiento…! ¡Venga…!
Quizá la luz sí sepa cuanto hice
y cuanto anduve, desde mi principio…
Quizá tenga, en su agenda incandescente,
notas de mi andadura.
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Quizá la luz sea voz y sea palabra,
latido, roce, aliento;
quizá temblor en el cristal del agua,
pincelada en el vuelo de los pájaros,
gemas, de sal y espuma, de las olas
que despeinan sus crestas en la playa
o irisación de nácar, en las perlas
de rocío, que besan las auroras.
Quizá será sencillo conseguirla
y sencillo, y alegre, estar en ella.
Quizá la luz sea realidad, o solo
un deseo.
Pero la luz será, constantemente,
-¡Ojalá lo consiga!-, quien me guíe. |