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AL HABLA CON...
 VALENTÍN PÉREZ ORTIZ 
 (por Vicente Esteve Vera)


Tras los saludos de rigor, así responde nuestro interlocutor a la primera pregunta:
– Nací el 5 de septiembre de 1942, año del hambre, en Cartagena. A los nueve años trasladaron a mi padre a la oficina de Jumilla y allí pasé mi infancia y juventud. Somos cinco hermanos y tres de ellos hemos trabajado en la Caja, Antonio, Juan Vicente y yo, así como otros primos y familiares de Cartagena. Me casé en 1968 con Mª Ángeles Ceballos, una alicantina bella por fuera y sentimental por dentro y hemos tenido a Mª Ángeles, abogada y en el bufete con su marido; Elena, médico hematóloga y a Valentín, economista que trabaja en la Caixa. La primera nos ha dado ya dos preciosos nietos, Juan Carlos y la pequeña Belén que son nuestra alegría. A mi esposa le ha gustado siempre pintar y últimamente se ha manifestado como una buena intérprete teatral pues pertenece a la compañía de teatro de la Universidad Permanente, a la de JubiCAM y recientemente ha sido contratada por el Ayuntamiento de Muchamiel para intervenir en una serie televisiva. Yo disfruto de verla disfrutar.

¿Cómo fue tu paso por la Caja?
– Aprobé oposiciones de Auxiliar a finales de 1959 y entré a primeros del 60 aunque estuve anteriormente 2 años como becario en la Caja del Sureste en Jumilla, haciendo trabajos tanto en la oficina como en el almacén de la Obra Agrícola. Mi vida laboral ha sido de una continua trashumancia, sobre todo los primeros años, pasé por Pinoso, Elda, paréntesis por el servicio militar, sustituciones en oficinas de Alicante y Murcia donde me encontraba muy a gusto. Recibí un oficio para volver a Pinoso de director y al rechazarlo me llamó Don Antonio Ramos y me dijo –“si no vas a Pinoso no se te concede el préstamo solicitado para la compra del seiscientos” y acepté. Con 23 años fui el director más joven de aquella época. Fui trasladado al Servicio de Inmuebles, en Central, y de allí a la oficina del complejo Vistahermosa y como Administrador de la Comunidad de Propietarios. Pasé como interventor por las oficinas de La Albufereta y El Plá, volví como director a La Albufereta y de allí a San Blas y a la calle Sevilla. Con 55 años pensé en prejubilarme y fue cuando se me presentó la oportunidad de cambiar de actividad al proponerme pasar al campo del sindicalismo seguramente por mi carácter de contestatario. Nunca dejé de recordar con inmenso cariño el tiempo que pasé durante toda mi anterior vida laboral.

El haber acabado tu vida laboral siendo sindicalista ¿fue por accidente o por vocación?
– Ni por una cosa ni por la otra aunque, como ya te he comentado, por mi carácter pensaba que podría ser una actividad positiva para la defensa de nuestro colectivo y de ahí esa nueva etapa.

Y te pregunto ¿ha merecido la pena dedicar años de tu vida a esta tarea?
– Sí, si nos circunscribimos a los logros conseguidos, a la satisfacción de saber que has colaborado en ayudar a tus compañeros, muchas veces en situaciones verdaderamente extremas; aunque a nivel personal fue la peor fase de mi vida en la Caja y con un coste anímico mayor de lo que tus compañeros piensan pese a que aquí no se sufrían atracos y estando en oficinas padecí cuatro.

¿Estás de acuerdo en lo que dice Federico Trillo de que los sindicatos sobrevivirán si trabajan para los parados y no para sus liberados?
– Por supuesto que estoy no de acuerdo, sino muy de acuerdo en esto, aunque en otras muchas cosas difiero de sus planteamientos.

¿Consideras que hay que democratizar partidos, sindicatos y organizaciones empresariales para que no puedan gastar un euro más de lo que ingresan a través de las cuotas de sus afiliados?
– Sí, siempre que en España imiten en la financiación y en el sistema de elección al resto de los sindicatos europeos. Son países más efectivos y con pocos problemas laborales. Al incorporarse al mundo del trabajo eligen un sindicato, no pueden abstenerse, le descuentan una cuota que se la asignan al que han elegido. Si no están de acuerdo, tienen la opción de cambiar y su cuota se la asignan al nuevo sindicato elegido. Aquí cuando sales elegido nadie te toca durante tus cuatro años, mientras que en el otro sistema la representación depende de los afiliados que tengas en cada momento, mes a mes.

Con el paro actual ¿es normal la actitud sindical?
– Lo que no es normal es la dependencia de algunos sindicatos a la doctrina de los partidos y lo que tampoco es normal es que alguien piense que no son necesarios los sindicatos.

Y hablando de paro ¿cuándo dejaste la vida laboral activa?
– Al cumplir los 65 años recibí una carta del Director General donde me felicitaba y me agradecía los servicios. Al día siguiente me llamaron de personal para que firmara mi baja. Les dije que a esa edad se marcha el que voluntariamente quiere pero que yo estaba dispuesto a continuar varios años más. Se quedaron sorprendidos por mi actitud pero enseguida les dije que era broma y que dónde había que firmar y ¡firmé!

¿A qué dedicas ahora el tiempo libre?
– A mis múltiples aficiones. Mi asignatura pendiente siempre fue estudiar Historia pero como soy inquieto y siempre he ido por libre, aparte de la Universidad Permanente, he seleccionado diferentes cursos y estoy haciendo Historia y Humanidades. Hago senderismo y puedo presumir de que conozco todas las rutas forestales de Sierra Cazorla tanto o mejor que los propios guardias forestales, pues son muchísimas veces las que las he visitado. He recorrido el camino jacobeo, yo solo, desde Roncesvalles hasta Burgos y lo terminaré esta próxima primavera. Ya lo hice en otra ocasión pero en bicicleta. Considero mi cabaña en el Maigmó como mi santuario pues allí ejerzo de agricultor aunque no me haré rico plantando tomates, leo, oigo música y lo más importante me reúno con los amigos siempre alrededor de una buena mesa. Aprovecho el día a día disfrutándolo “Carpe diem”

Hablemos de futuro ¿qué predices para la CAM, su Obra Social y su Asociación de Jubilados? 
– Que debíamos haber adivinado antes lo que ha ocurrido ¿nos han engañado unos y otros? Para mi forma de ver aquellos polvos de la LORCA han traído estos lodos que, junto a la ambición de los partidos mayoritarios sin control y la prepotencia e ineptitud de nuestros directivos, han llevado a esta situación en que se la llevará el mejor postor, si es que lo hay. La Obra Social es el precio que pagará la sociedad alicantina por no haberse movilizado. Todos pedían y a todos se les daba, ahora notarán su ausencia. En cuanto a JubiCAM, somos nosotros quienes debemos comprometernos a perpetuarla; debemos sacar nuestro orgullo de pertenencia que se perdió con los dos últimos Directores Generales y desde aquí hago un llamamiento para que se participe en todas las actividades, foros, viajes, colaboraciones, boletín y casinillo para juegos de salón.

Son muchas cosas las que se quedan en el tintero pero le pedimos una última reflexión y esto es lo que nos dice:
– Los recuerdos que te quedan de toda una vida laboral son el de las personas con las que has convivido, el factor humano es mucho más que los números y el tamaño de la empresa. He disfrutado conociendo a mis compañeros en visitas a las oficinas. De los cinco Directores Generales que he conocido, quisiera destacar la gran humanidad de Don Antonio Ramos, pues no solamente fue el fundador de mi querida y añorada Caja del Sureste, sino que dio muestras de que no estaba reñida la competitividad y el beneficio empresarial con el compañerismo y la conciliación de la vida laboral. ¡Quién no se acuerda de las pagas extraordinarias aprobadas en la comida del Grupo Deportivo en el restaurante Batiste!

Pues con estas buenas sensaciones nos quedamos. Gracias Valentín.

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