Los compañeros de ArtEscena estábamos ensayando cuando me llamó José Maria Alonso con tono preocupado: -Nos dan el Aula para el 2 de noviembre. Tenemos que contestar hoy si queremos o no-. Nos quedamos todos sorprendidos. Habíamos dado varias opciones de fechas en sábados y algún viernes y la que nos ofrecían no era una de ellas. Valoramos la situación. Con cara de circunstancias hubo opiniones inmediatas: -lo dejamos-. La reacción del grupo estaba justificada; mediaban sólo doce días, el plazo para darlo a conocer al público era escasísimo, el día 2 era un miércoles, coincidía con partido televisado de champion, y ¡era el día de los difuntos!... Todo nos llevaba a un estrepitoso fracaso por la premura y la más que probable inasistencia de público. Además no había tiempo suficiente para que nos hicieran el segundo telón escenográfico y la estructura metálica en la que colgarlo.

          Estábamos todos cariacontecidos cuando alguien dijo: -Es una oportunidad. Tal como están las cosas tal vez no tengamos otra- . Otra voz añadió: -Puesto que nos dan el día de difuntos, vamos a demostrar que estamos vivos, muy vivos-. Aquellas intervenciones catapultaron al grupo: –Aceptamos-.

          Con intensidad planificamos y realizamos todo: más ensayos, logística para todo lo que precisábamos en escena, diseñar un programa ilustrado, dar noticia del estreno por nuestros propios medios y los de Jubicam, que una vez más se volcó… probar las grabaciones para la obra con la inestimable y paciente colaboración de Fernando, la laboriosa coordinación de tiempos de sonido e interpretación, ensayos exclusivos con Encarnita y Rafa que memorizaban con verdadera pasión los encuentros escénicos de sus personajes protagonistas, “Maribel y Marcelino”, pedir prestado mobiliario antiguo –cedido en su mayor parte por la encantadora Vicen–, ver y confeccionar el vestuario coordinado por Reme, apremiar a los talleres para que terminasen el telón y la estructura de aluminio… A los siete días supimos que habían más de trescientas personas interesadas en ver nuestro trabajo.

          Dejamos obligaciones familiares, recuperamos la intensidad que caracterizaba nuestros mejores tiempos profesionales… y demostramos, y nos demostramos, que éramos capaces de aquella y de otras empresas. ¿Por qué se empeñan quienes rigen la sociedad en marginar a los mayores? No hace muchos años se contaba con ellos y se les respetaba. ¿Será fruto de este tiempo convulso y de los dirigentes mezquineptos?

          Fuimos cuatro de nosotros a Onda Cero donde nos entrevistó la encantadora Luz Sigüenza y se nos permitió transmitir dos pequeñas escenas que demostraban la originalidad del texto y la calidad interpretativa de María Ángeles y Reme, las entrañables “doña Paula y doña Matilde”. Asimismo, un día antes del estreno el diario INFORMACIÓN se hizo eco y dedicó dos tercios de página, con foto en color de un ensayo, titulando: “LA VETERANÍA ESTÁ EN LAS TABLAS. Un grupo de jubilados dirigido por el exdirector del Teatro Principal Manuel Sánchez Monllor representa mañana su primera obra en el Aula CAM”

          En el Aula, el día del estreno, contamos con el estimulante apoyo de su gestor, Jorge Hernández, y de Mere y Juanpe, los eficaces técnicos de escenario y cabina. ArtEscena lo valora y agradece.

          Al estreno de “Marcelino el chocolatero” mucho mas versionada que en la representación de preestreno realizada en mayo, asistió medio millar de espectadores, lleno casi absoluto. ¡La mayor asistencia habida en el Aula desde que comenzó la temporada!  Durante la representación y a su término se prodigaron los aplausos. Sabíamos cuales habían sido nuestros fallos escénicos, imperceptibles para la mayoría, pero nos sentíamos orgullosos.  En los días siguientes recibíamos de amigos y extraños felicitaciones por la calle, por teléfono… ¡Cuando hagáis otra avisarnos! ¡Cuánto nos hemos divertido!