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AL HABLA CON...
ROBERTO COLOM GADEA 
(por Vicente Esteve Vera)


No tenía el placer de conocerlo personalmente pero sí había oído hablar mucho y bien de él, así que me atreví a solicitarle un encuentro para que lo que nos contase quedara aquí reflejado, y esto es lo que nos dijo:
– Nací en Barcelona el 2 de junio de 1943. Siendo muy pequeño me desplacé con mi familia a Beniarbeig, pueblo muy pequeño próximo a Ondara, y allí pasé toda mi infancia e hice el bachillerato estudiando en Ondara y Vergel. Desde muy joven conocí a mi primera y única novia, mi esposa Vicen; hemos tenido cuatro hijos, y ya todos casados y nos han dado ocho nietos: el hijo mayor, Roberto, vive en Ondara y tiene a Roberto, Paula y Elena; Manuel, vive en Denia y tiene a María y Víctor; Carlos, vive en la urbanización Monte Gata y tiene a Carlos y Fernando; y la pequeña, Begoña, vive en Elche y tiene a Javier. Una vez te he hecho la semblanza de mi familia, pregunta lo que quieras.

Pues sí, ahí va la primera: ¿cómo fue entrar en la Caja?
– Un tío mío era el vicepresidente de lo que antes se denominaba Junta de Gobierno y me aconsejó que hiciera prácticas en las oficinas de Beniarbeig y de Ondara porque en este campo veía mucho porvenir. No lo dudé. Corría el año 1959.

¿Y cómo ha sido tu trayectoria profesional?
– Muy intensa y apasionante. Me presenté como botones y aprobé, luego como auxiliar,  y antes de cumplir los 20 años fui nombrado Agente (lo que actualmente sería Director de oficina). Pedí excedencia para hacer el servicio militar voluntario en el Cuerpo de Sanidad, en Valencia, y aproveché para continuar estudios. Al reincorporarme lo hice en la oficina de Beniarbeig. Al cabo de un tiempo el Director de Zona don Matías Mengual me dijo que me necesitaba para hacerme cargo de la oficina en Pedreguer y con fecha 1 de julio del 75 tomé posesión como director de dicha sucursal. Tras la jubilación del señor Mengual, el nuevo Director de Zona don Andreu Calvo me requirió para ir al departamento comercial de la Zona. Estuve vinculado a la creación de la tarjeta CAM como Jefe de grupo con un buen equipo, para introducirla en los comercios de la comarca. Posteriormente me nombró Jefe Comercial. En la reestructuración de la Dirección de Zona me enviaron a una oficina urbana de Denia y después pasé a la oficina principal. Y este fue mi periplo, porque con 56 años me propusieron la prejubilación y en mayo del año 2000 la acepté.

¿Y todo fueron buenos recuerdos?
– La mayoría sí, aunque sufrí un atraco, con pistola incluida apuntándome en la sien. Nadie hizo de héroe y claro ¡se llevaron el dinero!

Una vez jubilado, ¿ahora, qué?
– En principio le puedo dedicar más tiempo a la informática, pues soy un enamorado de las nuevas tecnologías y un consumidor casi impulsivo de internet. Camino todos los días por prescripción facultativa, suelo ir bastante al cine y sobre todo a visitar a los hijos y estar con los nietos, es decir, lo de casi todos. Soy también aficionado a la lectura y en estos momentos llevo tres libros en danza: “Una nasió entre nasions” de Josep Mª Costa, “Las memorias de un preso” de Mario Conde y “De aquí se sale” del mismo autor. Veo un poco de tele después de cenar para estar informado, y como me gusta mucho la actividad comercial tengo en mente varios proyectos. Vamos, que no me aburro. Y en los momentos de relax me gusta escuchar música de mi época: boleros, jazz, Julio Iglesias, es decir, melódica sin más pretensiones. Formé parte de un bonito, y a la vez útil y rentable proyecto que una comisión de compañeros quisimos realizar. Un complejo residencial principalmente para empleados de la CAM y el resto de cajas que quisieran adherirse, pero fue difícil ubicarlo y lo tuvimos que dejar.

Y de viajes ¿cómo andamos?
– Es otra de nuestras prioridades siempre que podemos. Acabamos de regresar de Andalucía donde hemos pasado ocho días visitando zonas desconocidas y volviendo a otras que teníamos ganas de recordar. Cuando vas por libre puedes programar las rutas pero eso no significa que no aprovechemos los que organiza tanto JubiCAM como el club CAM; incluso estamos en la relación de los que en abril del próximo año iremos a Portugal con el Euroencuentro. Recuerdo el primer viaje que hice con JubiCAM a la residencia de Isdabe y en la visita a la ciudad de Ronda nos quedamos algunos matrimonios encerrados en la plaza de toros.

Cambiamos el tercio. ¿Qué te parecen los recortes de CAM a JubiCAM?
– No me parecen acertados porque a nosotros nos afectan mucho para poder desarrollar las diferentes actividades y servicios a nuestros socios, pero dadas las circunstancias actuales lo tengo que entender y aceptar. Mi gran amigo José Mª Alonso, actual presidente, a quien conozco desde que venía a sustituirme cuando yo era delegado en Beniarbeig, tiene ante sí un gran reto y estoy seguro de que lo solucionará con su trabajo y la ayuda de todos nosotros.

Como ya tenemos nuestros años, ¿de salud, que tal?
– Regular. Tengo que medicinarme a diario, de por vida, desde que tuve dos trombosis en la pierna izquierda; pero afortunadamente todo salió bien y de ahí mis paseos de obligado cumplimiento. Del resto de enfermedades, las propias de, como tú bien dices, de nuestra edad.

El residir en un pueblo pequeño ¿lo consideras ventajoso o tiene sus inconvenientes?
– Vivir en un pueblo pequeño es encantador. No echo de menos en ningún momento la gran ciudad porque aquí estamos equidistantes de Alicante y Valencia y cuando necesito alguna cosa de ambas ciudades en una hora estoy en su centro para solucionarla y el viaje me sirve de distracción; tenemos la entrada a la autopista en Ondara; un Centro Comercial a pocos minutos y a muy poca distancia está el hospital comarcal de Denia. Nunca cambiaría la naturaleza por el asfalto.

Para terminar, porque, como sabes, tenemos poco espacio en el Boletín para poder contar todo lo que nos gustaría. ¿Cómo nos despedimos?
– Pues de la mejor manera posible: recordando los momentos tan maravillosos que se pasan en muchas facetas de nuestra vida. Como por ejemplo cuando hacía las prácticas, en mis años mozos, y me iba con el compañero Miguel Domenech en la moto “ISO” perteneciente a la CAM por los pueblos limítrofes a cobrar los cheques que nos entregaban nuestros clientes. O cuando mi novia se asomaba al balcón de su casa para verme pasar cuando salía por las mañanas para desplazarme a mi trabajo al pueblo vecino, en moto, al reconocerme por el ruido. O cuando iba al gimnasio con Miguel Peris. Cuando tuve que dejarlo por la trombosis, enseguida me habló de su afición a la informática y me trasladó el gusanillo. Y más recientemente con el nacimiento de cada uno de los nietos que es por lo que verdaderamente se es feliz.

Nos despedimos de este hombre feliz y compañero ejemplar donde los haya con un fuerte abrazo y con el compromiso de vernos en más ocasiones para continuar nuestra incipiente amistad.

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