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REYES MAGOS
(por Antonio Aura Ivorra)


En cierta ocasión de extrema necesidad los Reyes Magos sí llegaron. Así consta en los textos evangélicos. Y nosotros, con la ayuda de Mateo, un recaudador de tributos que nos dio noticia de los magos en arameo, y de Lucas, médico, discípulo y compañero de san Pablo hasta en la cárcel, montamos el belén. Sí. El pesebre con los magos es cosa de San Mateo, el evangelista que nos cuenta que vinieron desde Oriente, preguntaron en Jerusalén por el Rey de los judíos y, guiados por la estrella, llegaron a Belén; allí le encuentran, seguramente en las afueras, arropado con algún sayo, sin trono, pero le adoran y le hacen regalos. Por su parte, otro evangelista, San Lucas, el médico, se recrea como ninguno en el nacimiento e infancia de Jesús. A él debemos el pesebre con pastores, porque los menciona en su narración, y las ovejas, que se supone que alguna habría. Alguien meticuloso, más de mil años después, se fijó en esos relatos y quiso representarlos de manera artística para su divulgación. La tradición señala a San Francisco de Asís como inspirador de esta costumbre. Y así hasta hoy, que seguimos montándolo en nuestras casas conviviendo con el arbolito, que es otra cosa.

Con los malos augurios para el año que estrenamos, ¿no creen que una manera de capear el temporal es pensar que en momentos de extrema necesidad, que los hay como antes, y no pocos para algunos, nos siguen visitando esos magos repartiendo asistencias a unos e ilusiones a otros? Sí. Los Magos existen. Los veo a diario personificados en aquellas madres que atienden abnegadas a su familia, en aquellos abuelos que cuidando a los nietos permiten a sus hijos poder trabajar y ganarse el sustento; en los médicos, que ayudan a recuperar la salud de quienes flaquean; en los educadores, que siembran su saber para un futuro mejor, en los músicos, escritores, poetas y actores que despiertan nuestra sensibilidad e imaginación… en los amigos, que comparten penas y alegrías sólo porque sí… en toda una lista interminable de personas que contribuyen al bienestar de la colectividad. Los veo. Aunque siempre ande por ahí algún herodes que trata de impedirlo con engañifas.

Hay Reyes Magos por todas partes y nada sabemos de ellos. Tal vez porque, como todos, visten vaqueros o traje de calle. Nada que los distinga, salvo sus acciones. Seguramente los encontraremos en cualquier lugar si nos proponemos descubrirlos. Es cuestión de mirar bien, con la mente abierta y la imaginación sin bridas, no como la de aquel personaje de Dickens en “Tiempos difíciles”, el señor Tomás Gradgrind, un hombre de realidades, así se define, para quien “…en la vida sólo son necesarias las realidades”. “Tenéis que suprimir por completo la palabra imaginación. La imaginación no sirve para nada en la vida”, dice.  Sin embargo, son los deseos, aspiraciones que surgen de nuestras apetencias e imaginación, los que fomentan la esperanza e impulsan a vivir. ¿Cómo, si no, pudo componer John Lennon aquella canción, mágica, titulada IMAGINE? De ella extraigo su última estrofa con mis deseos de que estos Magos, personajes tan bíblicos como actuales, nos sean propicios:

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