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AL HABLA CON...
JOSÉ MANUEL MOJICA SOLER 
(por Vicente Esteve Vera)


Sin cita previa y después de un afectuoso saludo por el tiempo que llevábamos sin vernos, José Manuel no tuvo inconveniente en contestar a mis preguntas para que quedasen reflejadas en la entrevista ¡así da gusto! Y empezamos: ¿cómo y cuándo fue tu incorporación a la Caja?

– Provengo de la CAPA a la que me incorporé oficialmente el 1 de agosto del año 1969, pero en realidad fue el 16 de diciembre del 68 cuando comencé el periodo de prueba no computable, como botones ascensorista, después de superar los correspondientes exámenes. Con oposiciones internas en el año 1971 ya era auxiliar administrativo. Tuve que empezar a trabajar de muy joven, con 15 años recién cumplidos y el Bachiller Elemental acabado, porque mi padre enfermó y mi hermana y yo, los mayores, tuvimos que compaginar estudios y trabajo para ayudar en casa. También me presenté al Banesto y al Vizcaya, pero me decidí por la CAPA.

 

Esto fue el inicio ¿y la prejubilación?
– En marzo del 2008 me diagnosticaron una leucemia y como habían previstas unas prejubilaciones para mayores de 55 años con enfermedad grave diagnosticada, después de mucho meditarlo, en diciembre de 2009 tomé la decisión y el 1 de enero ha hecho ya dos años que estoy en esta situación. Habría resultado difícil compaginar el trabajo con todo el tiempo que pasé en hospitales con muchos problemas, pruebas, etc. Fue determinante que la situación de mi familia estaba ya encaminada y eso te permite decidir con más facilidad.

  

Ya conocemos el principio y el final. Coméntanos tu vida laboral:
– Cuando ascendí a auxiliar, me presenté como voluntario al servicio militar para poder hacerlo en Alicante. Eso me permitió continuar trabajando, en horario de 15 a 22 horas. En esa época se produjo el cambio funcional más importante que he vivido profesionalmente: se pasó de hacer todo a mano a incorporar terminales financieros. Irrumpió en nuestro trabajo el mundo de la informática. Fue necesario adquirir mucha formación para desarrollar adecuadamente las nuevas tecnologías y pude aprovechar para ello el periodo del servicio militar en el que no me desvinculé del trabajo.

 

Pasé una temporada en sustituciones por muchos pueblos de la provincia, hasta que en 1976 me nombraron interventor de la sucursal de Virgen del Remedio; en el 77 aprobé las oposiciones de oficial. En febrero de 1980 fui como director, por primera vez, a la oficina del barrio de San Blas pues fueron en tres ocasiones distintas (una en 1985 y la última a finales de 1991, poco antes de la fusión con CAM) las que allí desarrollé mi trabajo durante más de dieciocho años. A finales de 1982 fui de director a la oficina de Plaza de Argel, y en 1987 a la de Carolinas. En mayo de 2003 decidí abandonar la dirección de oficinas y me incorporé a una nueva aventura financiera de la Caja que terminó en lo que hoy es CAMGE. A mediados del 2006 me incorporé a la antigua Correduría de Seguros y he terminado en Mediterráneo Vida.

  

Y ahora te pedimos que nos comentes tu vida familiar:
– Soy alicantino de pura cepa nacido el 12 de octubre del año 1953. Somos tres hermanos de los cuales dos somos empleados de la caja ya que el pequeño está actualmente en Informática. Me casé en el año 1977 con la también alicantina Isabel Pérez que entró en la CAPA  el año 1979 como secretaria, pasando, tras la fusión con CAM, en el mismo puesto de Alta Dirección. Hemos tenido tres hijos y ninguno de ellos ha seguido nuestra línea profesional. La mayor, Laura, es administradora de fincas con empresa propia; el mediano, Daniel, es protésico dental con laboratorio propio y el pequeño, Pablo, está acabando estudios en la rama sanitaria. Los dos mayores ya se han independizado y el pequeño todavía convive con nosotros.

  

¿En qué actividades festeras has participado?
– Desde muy joven me integré en el grupo juvenil de San Blas, que recuerdo con mucha añoranza, en el cual éramos más de 150 chavales entre 14 y 18 años de los cuales hemos salido muchas parejas de matrimonios. De aquella época me viene la afición a la guitarra y a la música. Después de casado me incorporé a la fiesta de Moros y Cristianos de San Blas donde he pasado por todos los cargos festeros de la Junta Directiva. Una de las tareas que desarrollé con más ilusión fue en 1986, cuando el entonces alcalde de la ciudad José Luís Lassaletta, nos encargó un proyecto para unificar la fiesta de Moros y Cristianos en Alicante, que elaboré junto con Manolo Tejeda, profesor de Geografía e Historia, y mi tío, el poeta Vicente Mojica. Ese proyecto contemplaba un desembarco conjunto de las escuadras en la playa del Postiguet, una escalada al castillo de Santa Bárbara, etc. La asamblea de festeros de Altozano llego a aprobarlo, pero los festeros de San Blas lo vetaron y la asamblea se perdió por un solo voto. Primaron mucho más los personalismos y la soberbia, que el amor por la fiesta. No llegó a realizarse, pero tengo la certeza de que algún día se retomará y entonces saldrá adelante porque el proyecto es una maravilla.

  

¿Y cuáles son tus otras aficiones?

– Ya he dejado la fiesta de moros y cristianos por motivos de salud y ahora me he volcado mucho más en la música. Ha sido una experiencia única e irrepetible haber sido cofundador de CAMtares donde disfrutamos haciendo aquello que nos gusta a la vez que intentamos hacer disfrutar a la gente que requiere nuestra presencia en cualquiera de nuestras representaciones. Pedro Morales tiene en proyecto hacer un Taller de Música, a desarrollar en las residencias de pensionistas de Alicante, en el que voy a colaborar muy activamente. Es un tema muy gratificante y espero que otros compañeros se animen para hacerlo mucho más amplio. También me gusta mucho la poesía, influenciado, sin duda, por mi tío y actualmente estoy recopilando mi “obra”.

  

¿Recuerdas alguna anécdota?
– Una que fue determinante por el momento y las circunstancias en que se produjo. A los seis meses de casado y estando haciendo sustituciones por los pueblos de la provincia, tuve un accidente cuando iba a la oficina de Aspe. Se reventó la rueda delantera del coche y caí montaña abajo. Llevaba 3 “kilos” de los de la época y -por si acaso- enterré el dinero. Con la cabeza recién cosida me tocó volver del hospital para señalar el sitio exacto donde estaba enterrado el dinero. A partir de ese momento, se acabaron las sustituciones.

  

Y de JubiCAM ¿qué?
– Me asocié a los pocos días de mi baja laboral porque creo que es muy gratificante seguir compartiendo momentos agradables con los compañeros. Las personas siempre están por encima de las situaciones y por ello la asociación debe mantenerse a pesar de los inconvenientes actuales. El día que no tenga tantas dependencias, mi colaboración será mayor que la de simple asociado y cuando llamen a mi puerta seguro que me van a encontrar.

  

Ya que has comentado lo de “situaciones” ¿cómo ves la Caja?
– No es momento de hacer una valoración  técnica, ni  tampoco quiero criticar  a los que la han dirigido porque en cualquier tipo de dirección se pueden dar una serie de circunstancias que la hacen particularmente difícil. A toro pasado es muy fácil criticar y yo en eso no voy a entrar, aunque tampoco voy a alabar a nuestros gestores viendo lo que han dejado. Por otro lado, es muy difícil de plasmar el sentimiento que se tiene cuando se pierde aquello por lo que siempre has luchado y siento una pena muy grande que estoy seguro compartimos muchos compañeros.

 

¿Y España?
– Soy optimista por naturaleza y con el cambio de gobierno espero, y deseo, que las cosas mejoren. No será a corto plazo pero ya en este año tengo bastante confianza en que se verá algo de luz.

   

¿Qué nos dejas para el final?
– Pues dos circunstancias, una del pasado y otra del presente. Mi única empresa ha sido la Caja, y apoyado en los primeros movimientos sindicales en la CAPA llegué a presidir durante unos años el primer sindicato independiente Apecapa, lo que me dio opción a participar en los órganos de gobierno durante tres años que fueron muy significativos por las numerosas y buenas relaciones con compañeros del consejo, así como una experiencia tremendamente positiva; y finalmente decirte que en la actualidad han reconvertido mi leucemia a una enfermedad crónica de la que, lógicamente, deberé llevar los controles pertinentes. El avance de la medicina y la suerte del momento en que te diagnostican permiten que hoy día haya muchos recursos para solventar todas las dificultades, por graves que sean.

 

Pues aquí ponemos el punto y final con un compañero positivo, optimista y con enormes ganas de hacer cosas pese a las dificultades.

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