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El Valle del Jerte, Plasencia y Cáceres

Francisco Navarro Balsalobre ____________________

 

 

 

 

Si tuviéramos que definir el viaje, podríamos hacerlo como: Cerezas, Cigüeñas, Arte y ¡Jamón y Quesos!: Cerezas por el espectáculo de su floración en el Jerte; cigüeñas al contemplar algunos de los 10.000 nidos censados en Extremadura; arte en cualquiera de las ciudades y monumentos que vimos; y el ¡jamón y quesos! por los que probamos acompañados por el vino de la tierra.

     El Valle del Jerte.- Su visita era uno de los motivos principales de nuestro viaje y realmente ha cumplido perfectamente las expectativas; el paisaje orográfico es de una gran belleza, un largo valle rodeado de colinas montañosas suaves que van creciendo conforme se acercan a la divisoria con Castilla-León, donde se llega tras superar un clásico y serpenteante puerto de más de seis kilómetros, Tornavacas, desde cuyo mirador pudimos contemplar la belleza del valle en toda su perspectiva. Respecto a su atractivo clásico de la floración del cerezo, la pudimos ver exuberante  hasta mitad del valle, en Cabezuela, donde las temperaturas, más cálidas, han conseguido la floración total, formando un espectacular manto blanco; conforme se asciende el color blanco se va difuminando y tardarían aún varios días de nuestra visita para alcanzar a la totalidad del valle. En el propio pueblo de Cabezuela existe un Museo de la Cereza que da cuenta de los pormenores del cultivo y utilidades de la misma.

     Plasencia.- Ejemplo de las pequeñas ciudades de España con algo más de 40.000 habitantes, pero, como en otras similares de nuestro país, nos ofrece la posibilidad de recorrer y admirar su casco histórico-judería magníficamente conservado, sus dos catedrales: la Nueva y la Vieja empotradas ambas entre sí, conservando la Vieja su mitad románica y la Nueva su altar mayor y mitad de sus naves laterales góticas; adornadas sus columnas, capiteles, nervaduras y retablo con paneles de oro, símbolo del esplendor de la ciudad tras el descubrimiento de América con el retorno de algunos de aquellos intrépidos capitanes que conquistaron el imperio Inca. Su coqueta Plaza Mayor, testigo muda del discurrir de los siglos entre los placentinos, vigilada desde la torre de su Ayuntamiento por el Abuelo, típico personaje junto a la campana que acompaña su tañido horario. Majestuoso, desafiante, el Convento de Santo Domingo, que fue edificado como ejemplo en el centro del barrio judío, hoy convertido en magnífico Parador de Turismo. Un agradable y divertido paseo en el trenecito turístico local nos permitió recorrer toda la parte monumental de la ciudad. Y el descubrimiento del Bar Español, en la Plaza Mayor, nos permitió gozar de las delicias gastronómicas del tapeo regional.

     Yuste.- La visita al Monasterio jerónimo de Yuste, lugar elegido por el Gran César Carlos V, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, en España Rey Carlos I, era en mi caso una de las visitas deseadas desde los años cuando estudiaba la vida y obra de tan gran personaje que, pese a no nacer en España, venir ya como rey sin ni siquiera hablar español y sofocar una rebelión popular importante –Comunidades y Germanías- consiguió enamorarse de España, entendernos –cosa nada fácil-, ser un gran rey y al mismo tiempo ejercer como un gran emperador-político de una visión europea adelantada en siglos que sacrificó sus finanzas, sus ejércitos y hasta su salud, intentando mantener unida Europa y con ello la Cristiandad, y contener a los turcos, a los que derrotó en el sitio de Viena (centro de Europa) lo que supuso salvarla de ser conquistada por el otro gran genio militar y estadista: el Sultán Solimán el Magnífico. Poco queda de lo que debió ser la última morada del emperador desde que abdicara en Flandes en 1556 hasta 1558 en que muere; pues tras el abandono que sufrió posteriormente, el lugar fue incendiado en 1809 por las tropas napoleónicas, subastados sus bienes en la Desamortización de Mendizábal, convertido en fábrica de ladrillos... hasta que en ¡1931! fue declarado Monumento Nacional y empezada la restauración de tanto olvido injusto a que hemos sometido nuestro patrimonio histórico. Ahora bien, todo ello no ha conseguido borrar la impresión que se siente al recorrer los aposentos que ocupó cuando desengañado del mundo y la política, decidió retirarse “de la pompa y el oropel mundano”.

     Trujillo.- La entrada a la ciudad a través de su Plaza Mayor y situarse bajo la majestuosa estatua ecuestre de Francisco Pizarro, te transporta a aquella época y aquellos conquistadores que guiados hasta el paroxismo por sentimientos tan dispares como la fe, la ambición, el valor, la codicia, la locura, la generosidad, etc. asombraron al mundo conquistando todo un continente gobernado por imperios ya establecidos: mayas, aztecas, incas... A la ciudad se la conoce como la Cuna de Conquistadores (Pizarro, Orellana, García de Paredes, etc.). Mereció la pena la visita a la iglesia de Santa María.

     Cáceres.- Con 1.750 Km2 es el municipio más grande de España y su ciudad vieja uno de los conjuntos urbanos de la Edad Media y Renacimiento más completos del mundo, por lo que fue declarado Patrimonio de la Humanidad. Milagrosamente –sin duda por no haber existido intereses urbanísticos- los edificios se encuentran perfectamente conservados de su época, siendo su recorrido de una serenidad y belleza muy destacadas que nos transportan con la imaginación al tiempo de su construcción. Gastronómicamente es curioso destacar que en este conjunto monumental se encuentra un restaurante que ostenta dos estrellas Michelin, El Atrio, donde pudimos tomar un refresco y el Parador Nacional. Por recomendación del hotel, volvimos a recorrer la Plaza Mayor y el Conjunto Histórico por la noche con una iluminación espectacular, que unido al excelente clima fue una auténtica delicia.

     Guadalupe.- Si como he comentado, en Yuste poco queda de lo que debió ser en su época de esplendor, la visita al Monasterio de Guadalupe, que remonta su orígenes legendarios a las primeras manifestaciones de la iconografía mariana española –siglo XII-, te permite contemplar un conjunto de impresionante belleza: su templo, mezcla de estilos gótico, mudéjar, renacentista, barroco y neoclásico; los claustros mudéjar y gótico; capillas; antigua librería con más de 80 libros de cantos gregorianos y códices; museo de bordados ornamentales; galería de cuadros de monjes obra de Zurbarán. Asimismo, los que quisieron pudieron subir al camarín de la Virgen patrona de Hispanoamérica. Actualmente es también Patrimonio de la Humanidad. Una reconfortante comida en su Hospedería puso el broche final a esta acertada visita.

     Toledo.- Ya de regreso a casa, fue un acierto el tener prevista una pequeña parada en la ciudad para comer, pues nos brindó la oportunidad de dedicar previamente casi dos horas a recrearnos con el Greco en Santo Tomé y su Casa-Museo; ver una sinagoga, la del Tránsito, y patear las calles que un día, en un ejemplo de tolerancia, acogieron a las tres culturas: judíos, musulmanes y cristianos.

     En definitiva, un viaje muy agradable con los días justos para disfrutar la amistad de los asociados, conocer una tierra –Extremadura- muchas veces injustamente olvidada y por supuesto ¡comprar quesos! sobre todo del Casar, que gracias a la técnica del embalaje al vacío no se hicieron notar al regreso.

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