Estoy leyendo un diario
de la prensa deportiva.
No tengo por qué negarlo,
a mí el deporte me chifla
y el fútbol es, sin dudarlo,
el deporte de mi vida.

   No he llegado a practicarlo,
mas cuando lo televisan
estoy tan interesado
que ocupo primera fila,
tanto en partido “sonado”
como aquél que dilucidan
dos equipillos de barrio
o de categoría ínfima.

   Lo que siempre me ha importado
y que a veces me alucina
es el juego realizado
y cómo se coordinan
para ofrecer espectáculo
a audiencias casi infinitas,
sin que sea necesario
tener de protagonistas
a chavales endiosados
o figuras conocidas,
con millonarios contratos
en fichas, sueldos y primas.

   Máxima emoción alcanzo
si me entra por la vista
el espectáculo mágico
de mil jugadas distintas,
al primer toque jugando,
que al final en gol terminan,
aunque no sean destacados
ni afamados futbolistas
los que las llevan a cabo,
alegrando así mi vista.

   Soy antiguo aficionado
y disculpen que repita
que un partido bien jugado
no ha de ser en exclusiva
de “divos superdotados”.
Si son de gente sencilla,
lo siento con más agrado,
aunque su categoría
pueda ser de menor grado.