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______________________________ Crónicas Viajeras

Viaje a Asturias

Francisco Navarro Balsalobre ____________________

 

 

 



Desde hace varios años, hemos decidido pasar la semana de Hogueras fuera de Alicante. La elección este año fue Asturias con residencia en Oviedo y desde allí desplazarnos a recorrer, preferentemente, su costa.

     El motivo determinante en esta elección fue la presunción, luego totalmente confirmada, de gozar no solo de una naturaleza y paisajes distintos, sino también de unas temperaturas más soportables que las de nuestra zona. Otro motivo era el tiempo transcurrido, más de veinte años, desde nuestra anterior visita y nos apetecía verla en su modernidad actual.

     El primer obstáculo a salvar, la distancia, fue rápidamente subsanado, elegimos el tren Alvia Alicante-Gijón; el segundo obstáculo eran los desplazamientos en destino y lo resolvimos mediante el alquiler de un vehículo.

El trayecto desde Albacete hasta Valladolid, en Alta Velocidad
     En el trayecto AVE, una vez pasado León, el paisaje cambia del árido castellano al verde de los montes de León, de subidas suaves al principio y agrestes y empinadas después, entre restos de su industria minera. Posteriormente nos adentramos en la cordillera Cantábrica, majestuosa, impresionante el trazado del ferrocarril–electrificado por el gobierno de Francesc Cambó a principios del siglo XX, como recuerda una placa en la estación de Oviedo.

El Puerto de Pajares, frontera natural entre el Cantábrico y la Meseta
     Túnel tras túnel aparece, ¡por fin!, abandonada pero resistiéndose a acabar en ruinas, una pequeña estación que aún luce en su fachada la inscripción en azulejos:  PAJARES, mítico puerto natural que ha separado secularmente la meseta del mar y donde se inicia la bajada entre nieblas, pequeños pueblos, minas y pintorescos pueblecitos:  Pola de Siero, Mieres, para desembocar en Oviedo con el trayecto de vías y la propia estación soterrada en el centro de la ciudad.

     Oviedo se descubre limpia, silenciosa, tranquila, muy peatonalizada (al igual que Gijón y Avilés), con grandes parques públicos, amplias avenidas donde cohabitan edificios señoriales del siglo XIX y principios del XX y confortables edificaciones actuales, así como dos magníficos y modernos edificios públicos: El Auditorio Príncipe Felipe y el Palacio de Congresos Ciudad de Oviedo.

     Perfectamente organizada la zona de tapeo en dos rutas: el vino, en Campoamor-Pedregal junto a la estación, y la sidra en la Gascona y Plaza de Fontán en el casco histórico. Otra característica es la proliferación de esculturas en sus calles, obras entre otros de Botero y Dalí, representando algunas a personajes como Woody Allen, la Regenta, y otras dedicadas a los oficios.

     Asimismo, en uno de los varios montes que lo rodean, (se puede llegar en el autobús de la línea 10), existen dos joyas del prerrománico asturiano: Santa María del Naranco y San Martín de Lillo. Ambas construidas sobre el 840 por Alfonso II y Ramiro I, muy bien conservada la primera y algo peor la segunda; en ambas se sustituyó por primera vez la madera en la construcción del techo por la piedra toba, muy sólida pero de mínimo peso, lo que permitió elevar considerablemente la altura de ambas edificaciones.

Gijón mirando al mar Cantábrico
     Dada las características de “ventaja geográfica” que nos ofrece la capital del principado, Oviedo, vértice de un triángulo junto a Avilés y Gijón ambas a menos de 30 km. por autopista (A-8, A-66 y A-64), es muy cómoda su visita: Gijón, la ciudad de Jovellanos, final de la Ruta de la Plata como atestiguan restos de termas romanas del siglo I junto a la  magnífica playa de San Lorenzo; su casco antiguo perfectamente restaurado nos permite conocer la Casa-Museo de Jovellanos, la antigua Fábrica de Tabaco, y en su cima los restos de su inconclusa batería defensiva, empezada a construir en 1902 y a su terminación en 1929, ya no tenía sentido dotarla del armamento adecuado; en su lugar se ha instalado recientemente la magnífica escultura de Chillida Elogio del Horizonte desde cuya base y girando la vista en círculo, es una gozada contemplar la playa, la ciudad, su puerto industrial del Musel y al frente… el Cantábrico.

     Respecto a Avilés, cuyo pasado industrial ha dejado huella en sus edificios, luce en su puerto el Centro Niemeyer, genial obra del “joven nonagenario” arquitecto brasileño Niemeyer, lástima que ahora, una vez construido, el problema está siendo encontrar cómo llenarlo de contenido adecuado y el elevado costo de su mantenimiento.

     Tras los días dedicados a sus tres ciudades más importantes, cambiamos para recorrer la zona costera de Luarca a Ribadesella, admirando cómo la cordillera Cantábrica llega con sus bosques y vegetación hasta el mar, creando impresionantes acantilados y entre ellos, pequeñas playas encantadoras generalmente poco concurridas aún. La mayoría de sus pueblos pesqueros conservan el recuerdo de su pasado marinero, en muchos casos, vinculados a la pesca de la ballena; es muy recomendable visitar los pequeños bares y restaurantes junto al puerto y lonjas de pescado, donde la calidad de los productos del mar –mariscos y pescados- acompañados de la auténtica sidra del lugar y la belleza del entorno, hace muy agradable el placer gastronómico esencial en los viajes.

El mar Cantábrico visto desde Luarca
     Desde Oviedo visitamos Luarca, tierra natal del insigne científico y premio Nóbel  Severo Ochoa, cuyos restos descansan allí junto a los de su esposa. Cudillero, con fama de ser el pueblo de pescadores más bonito de Asturias al que se llega tras una pronunciadísima bajada, con sus casas dispuestas en armonioso anfiteatro envolviendo la antigua cala hoy ocupada por el puerto. Es una lástima que el agobiante turismo le hace perder parte de su anterior encanto. Tazones, pequeño pueblo que aparece tras una serpenteante bajada de varios kilómetros desde donde se puede contemplar el Cantábrico en todo su esplendor; donde sus viandas pasan directamente del mar a la mesa de sus restaurantes, uno de ellos, Carlos V, recuerda con su nombre que fue allí donde, tras una tormentosa travesía desde Flandes, arribó a la cercana Villaviciosa, el joven nieto de los Reyes Católicos a tomar posesión del trono de España; era tan lastimoso su estado por la travesía, que debió permanecer allí varios días hasta su restablecimiento.

El impresionante Cabo de Peñas. La punta más Septentrional
     El Cabo de Peñas; la punta más septentrional de España, con su moderno faro y el Centro de Interpretación Marítimo, donde aún perduran en desuso y fijadas a una columna, diez grandes sirenas para antaño, avisar acústicamente a las embarcaciones.  Está situado entre acantilados de más de cien metros de altura frente a la grandiosidad de un Cantábrico inusualmente en total calma durante nuestra visita. Degustar las delicias del mar junto a los acantilados en el bar Cuatro Vientos merece la pena. A pocos kilómetros Luanco y Candás, ambos conservando el sabor marinero de su puerto, playas y una cuidada colonia veraniega. Para terminar la costa, Ribadesella, donde desemboca el río Sella, villa de lugares, no de monumentos, con amplias playas y muelles pequeños flanqueados por casas y paseos marítimos comunicados por el largo puente sobre el río.

Cangas de Onís y su puente romano
     Desde allí y siguiendo el curso del río nos adentramos en el interior, cambiando la costa por verdes valles entre montañas, dirigiéndonos hacia Cangas de Onís, inicio de la ruta de los Picos de Europa y la primera capital del reino cristiano de Asturias, hoy villa totalmente dedicada al turista. Villa que nos sorprende al contemplar y recorrer su anunciado “puente romano” en realidad bajomedieval del siglo XIV perfectamente conservado; aquí cambiamos gustosos a sus excelentes carnes y con un delicioso postre: queso gamoneo con dulce de manzana, acompañado como siempre de la sidra del lugar.

     Toda esta comarca junto al vecino pueblo de Arriondas se ha especializado turísticamente con los deportes relacionados con el descenso del río Sella.

     Tras nuestra estancia en estas tierras, es muy comprensible su denominación: “Asturias, paraíso natural”.

      Que lo disfrute, querido viajero.

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