Es la pura realidad
que quien no posee nada
y no es gente afortunada
padece necesidad.
Bien por falta de trabajo,
tal vez por enfermedad
o por deudas por pagar,
muchos se ven afectados.
Y sienten la obligación
de a su familia ayudar,
no dudando en mendigar
como única solución.
Y cuando piden ayuda
son tantos los que lo hacen
que en nuestra mente renace
la semilla de la duda.
Exponen sus argumentos
y sus causas más diversas
y es grande la picaresca:
quizás no siempre son ciertas.
Esta crisis es brutal
y todo el mundo lo sabe,
mas no resulta aceptable
pedir sin necesidad.
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Pícaros y aprovechados
sin motivo ni razón,
tienen como profesión
pedir, sin ningún reparo.
Y solicitan ayuda
con increíbles pretextos
y dicho comportamiento
es su negocio, sin duda.
Los sensibles corazones
de cualquier manera o modo
quieren ayudar a todos
y en todas las ocasiones.
Mas, nuestra intención plausible
no podemos realizar
porque nos viene a afectar
la crisis, y no es posible.
Y resulta lamentable
omitir nuestra intención
aunque por tal omisión
nos creamos ser culpables.
Solo queda como opción
pedir a Dios que corrija
tanta latente injusticia
con su generoso amor.
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