No hay nieve en la cumbre o hielo
que renuncie a ser mar.
¿Han de ser manantiales solamente
de heridos borbotones?
El agua que acrecienta la sed
no es agua divina.
Yo sé de otra agua más fina
que quita la sed y cura
para siempre la locura.
Agua de la montaña, ¡qué frescura
más vivificante y nueva!
En las cumbres se renueva.
¡Qué gozo sentirme limpio!
en mis aguas de pureza
recuperar la alegría
del manantial que entre peñas
buscando al mar, sin perderse
pasa y canta, corre y sueña.
En salvar lo que más se ama
dudando si era agua o miel
cuando se va de camino
viva la naturaleza es mi proclama.