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- EL CONSUMO Y LA TERCERA EDAD
 
Vamos en camino hacia una sociedad longeva, en la que los mayores de sesenta y cinco años dentro de poco tiempo van a ser un tercio de la población española.

Esto supone una cifra superior a los catorce millones de personas. Va a haber más ancianos que niños y muchos de dichos ancianos vivirán solos. Todas estas circunstancias repercutirán en una serie de transformaciones, cuyo reflejo en el mercado consumista ya lo estamos viendo a diario.

Precisamente esta llamada Tercera Edad es la que va a dar lugar a algunas novedades derivadas de sus peculiares necesidades.
La adecuación social para satisfacer sus genuinas demandas generará actividades tales como, por citar sólo algunos ejemplos, las de alimentos bajos en calorías, en grasas y en colesterol; auge del bricolaje; pañales para los mayores; cuidados sanitarios específicos; terapia ocupacional; productos ortopédicos; termalismo y balnearios; agencias de viajes para mayores; turismo de la Tercera Edad; servicios personales a domicilio; centros de convivencia; residencias geriátricas; personal de compañía; etcétera, etcétera.
El abanico resulta tan amplio como puedan imaginarse los lectores observando y razonando sobre las formas de vida y sobre las circunstancias físicas y psicológicas de tan digno y maduro sector de población.

La nueva pirámide de población que se está perfilando en nuestro país dará una enorme fuerza a las actividades productivas que sirvan para cubrir las necesidades de los ancianos. Todo ello va a cambiar la estructura del consumo familiar, hasta tal extremo que una nueva “estructura de consumo” habrá de ser tenida en cuenta para el cálculo del IPC y de sus variaciones, así como tener que redefinir múltiples conceptos y mediciones económicas que sirvan para establecer nuevos tipos de políticas sociales y para las oportunas decisiones de la Administración Pública.
Piénsese también en lo que supone este tramo de edad como “fuerza política” en las elecciones europeas, generales, autonómicas y locales que periódicamente se celebran. No creo conveniente el extenderme demasiado en algo tan presente en nuestro entorno como es este fenómeno de la longevidad de la población, de sus propias demandas de consumo y de sus actividades como “lobby” o grupo de presión.

¡Ah!. Y un consejo para los jóvenes que actualmente se preparan para una profesión de futuro y para su incorporación al mundo laboral del mañana: Que piensen en que un treinta por ciento del gasto en nuestro país lo van a efectuar los “mayores”.
Este hecho puede resultarles un buen “yacimiento” de ocupación y de ingresos.

Todo ello es un amplio campo de actividades y tareas porque la sociedad ha de acordarse de y cuidar a la Tercera Edad.

¡Y porque se lo merecen!

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