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NAVIDAD
 
Cada año, cuando se aproxima la Navidad, no dejo de sorprenderme por las cosas que veo a mi alrededor.

Las calles principales se llenan de luces, los comercios se engalanan y cambian los decorados, múltiples mensajes de Paz, Amor, Felicidad... y, por todas partes, a todas horas, sobre todas las cosas, el mensaje que no puede faltar:“ compra, compra, compra...”

Debe haber regalos para nuestros seres queridos, debemos comprar marisco valga lo que valga, debemos dar limosna al primero que nos la pida...

Parece como si el marisco fuera bueno sólo en Navidad (cuando es mas caro) ; parece que sólo tengamos que acordarnos de nuestros seres queridos en esas fechas; parece que – en esas fechas – encontramos más pobres que nunca y, también en esas fechas, debemos ser solidarios como el que más.

Así pues, dispongámonos a exprimir al máximo nuestra cuenta corriente, porque la Navidad sin marisco no lo parece y es perentorio hacer un regalo a alguien o dar una limosna. Si me apuráis, hasta se nos saltan las lágrimas al ver una bella escena del nacimiento de Jesús.

Pero, ¿y el resto del año? Seguramente tendremos a mano a nuestra pareja, cónyuge, hijo, amigo, etc. que todos los días del año han estado a nuestro lado, ayudando en la casa, en el trabajo, dándonos apoyo, cuidándonos en la enfermedad... ¿Cuántos pequeños detalles hemos tenido con ellos? ¿Tienen que esperar a Navidad para que les demostremos cuánto significan para nosotros?

Es indudable que durante todo el año habrá personas pobres o necesitadas de algo, que no tiene por qué ser necesariamente dinero. Tal vez un gesto, una palabra, hacerles compañía... sería suficiente para que surgiera una luz de esperanza en sus vidas y, a lo mejor, hasta verían la Navidad con el mismo optimismo que nosotros.

Pero, ¡es tan difícil estar todo el año pendiente de los demás! Por otra parte, seguro que hay alguien que ya se ocupa y lo sabe hacer mejor, ¿no?

Y así vamos, ¿quien gana? Siendo optimista, tendré que reconocer que en Navidad se crean puestos de trabajo, en Navidad alguien deja de pasar hambre, en Navidad alguien deja de estar sólo... quizá ese tío lejano que es muy mayor y no tiene compañía y que, casualmente, tiene una casa que a lo mejor hasta nos deja en herencia. Y todo, por una sonrisa, un beso, algún euro, unos minutos de compañía...

Paz, Amor, Solidaridad... qué sublimes deseos si se transformaran en acciones!

No sigo. He descubierto de pronto por qué no somos generosos con más frecuencia. No hay cosa peor para los infartos que las emociones fuertes, y a ver quien se arriesga .

 

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