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TAN SIN QUERER LLEGAR...
 
(Sonetos para un instante de contradicción)

¡Cuánto tiempo, Señor, tengo perdido
en un no hacer, sin gozo ni memoria...!
¡Cuánto trozo de vida, sin historia
se hundieron en la noche del olvido...!

¡Cuántas veces, Señor, no se han movido
los pobres cangilones de mi noria
para buscar el agua de Tu Gloria...!
¡Cuánto que pudo ser y que no ha sido...!

¡Cuántas veces, Señor, perdí mis horas,
soñando -por soñar-, falsas auroras,
cayendo y levantándome del suelo...

Una alucinación malvada y loca
hoy me derriba, Dios, y me desboca
pero... ¡Aún mantengo el corazón en vuelo!

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En vuelo llevo el corazón, y en hielo,
-a flor de piel el llanto y la congoja-;
siento un sabor a hiel que me acongoja
y hace morir las ansias de mi anhelo.

Vergüenza y pena, Dios, pereza y celo,
danza de niebla gris y lumbre roja,
una espiral de dudas me despoja
de la primera bendición del cielo...

Ya, ni el suspiro que mis labios lleva
a tu costado abierto, Dios, me eleva;
ni arraiga en mi costado Tu Semilla
por los fieros embates de este viento
de mi duda mortal y mi tormento
pero…¡Quiero llegar hasta tu orilla!

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Te estoy mirando, Dios, y me aproximo,
tan sin querer llegar, a Tus Riberas
que temo que me llames, y me quieras
sacar del cauce gris en el que gimo...

Te estoy sintiendo, Dios, por el arrimo
de esta carga de afanes que me dieras
puestos en cruz, porque en la cruz me esperas
y allí, a pesar de todo, me redimo...

Te estoy oyendo, Dios, desnudo y seco
desde esta sinrazón por la que peco,
y quiero arrepentirme y levantarme...

Desde esta incertidumbre de mi lado,
Ya te tengo, Señor, crucificado...
¡Ahora te toca a Ti crucificarme

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