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VIAJE A MÉXICO
 
(Cuatro mujeres, una de ellas joven y las otras tres de edad mediana y bien parecidas. Una, Leonor, es madre de la joven, Inés. Sentadas alrededor de una mesa meriendan chocolate y torrijas. Las mayores aconsejan a la joven, que próximamente se va a casar.)

LEONOR: Tú ya sabes, hija. Fuerte siempre.
MARIA: Fuerte por dentro pero débil por fuera.
INÉS: ¿Qué quieres decir, María?
BEGOÑA: Que antes de que te hagan llorar, llora.
LEONOR: Eso es, que dicen que Dios aprieta pero no ahoga. Pero sí, sí, ¡fíate!.
MARIA: Anda, claro, porque cuando no puedes más, no tienes más remedio que respirar.
BEGOÑA: Pero a eso no tienes que llegar.
LEONOR: Tú llora antes, con astucia.
INÉS: Pero, mamá, si siempre me has dicho que hay que ser buena y ceder.
LEONOR: Bueno, hija, eso es para cuando eres hija. Pero como esposa es distinto.
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MARÍA: ¡Qué buenas están las torrijas!
LEONOR: ¡Soledad, saca más torrijas!
BEGOÑA: Qué pena que no las tomemos más que una vez al año.
INÉS: Es que suben los gramos...
MARÍA: ¡Los kilos!.
INES: Querer mantenerse siempre joven es una lata.
LEONOR: Con lo bien que estaban nuestras abuelas sentadas, y lo más que les pedían era que cuidaran las lentejas.
BEGOÑA: Y comerían las torrijas que quisieran.
MARÍA: Y vamos a llevarle a la abuelita un flan.
LEONOR: Y miel.
INES: Y torrijas.
LEONOR: Sí, anda, y al lobo feroz para que te coma. Como en Caperucita.
BEGOÑA: Venga, que estábamos aconsejando a la niña, que se casa.
MARÍA: Mira, hija. Tú, primero observa a tu suegra. Aunque no te guste, que es lo más natural, a tu marido sus gustos le parecerán normales. Así que, ojo avizor y sin protestar, que te amargará. Saca el mayor partido posible y no caigas de incauta como nosotras.

(Ha pasado un año. La misma escena pero sólo con las tres mujeres de mediana edad)

BEGOÑA: ¿Y a la niña qué tal le va?
LEONOR: Muy bien.
MARÍA: ¿Muy bien? ¿No nos engañas?
BEGOÑA: Es que con una suegra tan rancia... es muy difícil que saque partido.
LEONOR: Ella quería hacer un viaje a México, pero con la enfermedad de su madre... Si no se pone bien, al final la van a tener que operar.
MARÍA: ¿Ya empezamos con operaciones?

(Entra la joven con su suegra. Una mujer vestida de negro peinada con moñito. Rancia, muy rancia)

INÉS: Mamá. He traído a la madre de Carlos para que meriende con nosotras el chocolate y las torrijas de todos los años. No os importa ¿Verdad?
LEONOR: Por Dios, ¡qué va! Muy contentas, doña Agustina.
MARIA: ¿Una torrijita, doña Agustina?
Dª AGUSTINA: Pues sí, gracias.
BEGOÑA: Y ¿Qué tal va Vd. con lo de su operación?
Dª AGUSTINA: Muy bien, muy bien. Parece que no va a hacer falta pasar por el quirófano. Y he de decir que gracias a le fe que tiene tu hija, que es un ángel. En vista de que nunca me ponía buena ofreció llevar a la virgen de Guadalupe de México, un ramo de flores en persona, para que me curara. Y como ya estoy bien, pasado mañana van a llevárselo en agradecimiento, y de paso aprovecharán para pasar allí unos días. Es como un milagro. Me he curado para siempre.
LEONOR, MARIA Y BEGOÑA: ¡Esta niña es de sobresaliente!

(Dª Agustina se acerca a coger una torrija)

Dª AGUSTINA: Mas bien de matrícula de honor diría yo.

F I N

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