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PÉREZ GALDÓS: HOMENAJE

 

Vicente Ramos

 

            El 25 de febrero de 1896 y en el Teatro Principal lucentino, la compañía de Miguel Cepillo estrenó en nuestra ciudad el drama La loca de la casa, de Benito Pérez Galdós, acontecimiento que despertó un entusiasmo tan fervoroso entre nuestros paisanos que sin pérdida de tiempo invitaron al insigne autor a que asistiera a la primera representación en el citado coliseo de su obra Doña Perfecta.

            Añadamos que nuestros antepasados comulgaban ideológicamente con el creador de Episodios Nacionales, adalid de la concepción político-liberal de la sociedad, por lo que, en Alicante, tanto sus novelas como sus piezas teatrales hallaron en todo momento la más calurosa simpatía y acogida.

            Don Benito, que aceptó de inmediato la invitación, llegó el 9 de marzo siguiente, siendo recibido en la estación de Monóvar por una comisión de periodistas –Antonio Galdó Chápuli, Francisco Martínez Yagüe y José Mariano Milego, amén de amigos y simpatizantes-, testimoniando que en Monóvar “hallamos acogida cariñosísima, disputándose todos –autoridades, prensa periódica, personalidades distinguidas- el alto honor de asociarse al recibimiento acudiendo a la estación de ferrocarril con la banda de música municipal”.

            Por los andenes de la estación de Alicante desbordaba la multitud. Al hacerse visible el autor de Misericordia sonó el himno nacional, formándose una manifestación.

            Aquella noche se produjo el estreno de Doña Perfecta, drama que, al decir de Milego, “carece de esos efectismos engañosos que deslumbran y seducen, pero se apodera del cerebro y en él descarga el golpetazo de un problema profundo, cuya solución es de vida o muerte para la sociedad. Por eso compendia maravillosamente las exigencias del drama social en nuestra época de constante lucha entre las negruras de un oscurantismo abrumador y los esplendores del amanecer del Progreso”.

            Al día siguiente se abrió la serie de banquetes en su homenaje, comenzando por el que le ofrecieron los periodistas en el Hotel Roma, en el que, aunque se habían suprimido los brindis, hicieron uso de la palabra Sevila, Galdó López y Milego. Acto seguido, el gran escritor pudo contemplar en Elche el incomparable palmeral, donde recogió “copioso caudal de sentimientos bien extraños y de observaciones curiosísimas”.

            De vuelta  a  la  capital, esperaba al dramaturgo otra función de gala con la representación de

 

Vicente Bañuls, labrando un busto de Benito Pérez Galdós (1896)

su obra La de San Quintín.

           Veinticuatro horas más tarde, Vicente Bañuls, nuestro gran escultor, modeló el busto del escritor con pasmosa rapidez y acierto: “sorprendente parecido, valentía en la expresión, irreprochable factura”.

            Luego, agasajo en “Buena Vista”, chalé de Prytz, y despedida en la estación, donde Benito Pérez Galdós se despidió con estas palabras: “No me llevo de Alicante sentimiento más hondo que el de no poder estar con ustedes algunos días más”.

            “Verdad es –leemos en la revista El Ateneo del 10 de marzo de 1896- que no sólo el estreno de su última hermosa obra ha sido memorable triunfo para el gran novelista en Alicante, sino que la honra que nos ha concedido de ser huésped ilustre nuestro durante estos días ha señalado una verdadera marcha triunfal”.

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