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LOS ALICANTINOS BEBIERON AGUA DEL MAR

 

 

VICENTE RAMOS

 

 

En la ciudad de Alicante el suministro de agua potable no se alzó en problema hasta mediados del siglo XIX en que empezó a escasear de modo alarmante el caudal procedente de la “Casa Blanca”, sita en el barrio de San Blas, trocándose en pavoroso al despuntar la década de los setenta.

Durante estos años se proyectaron canalizaciones desde Villena, Torremanzanas o Almansa, y se llegó, incluso, a practicar excavaciones en las mismas calles de la capital.

Todo parecía inútil hasta que el 5 de agosto de 1879 publicó El Graduador un artículo firmado por Julio Pillet en el que anunciaba haber suscrito un convenio con la entidad “Normandy y Compañía”, de Londres, para el uso de una máquina destiladora de aguas del mar.

En efecto; días más tarde arribó a nuestra ciudad el propio ingeniero e inventor señor Normandy, al que siguió su máquina a bordo del vapor “Pinzón”.

Acerca de las primeras pruebas nos habló el citado diario lucentino: “A nuestra vista empezó a funcionar la máquina; fuimos los primeros en beber tan rica agua, y, si así no fuese, no cometeríamos la indiscreción de decir lo que sentimos”.

La inauguración oficial de la destiladora, instalada en el chalé del brigadier Dionisio Mancha en La Cantera, se efectuó el 11 de septiembre de dicho 1879, en cuyo acontecimiento, “el agua que iba destilando la máquina era consumida por los concurrentes, y la impresión que todos recibían era sumamente satisfactoria, pues convenían que era grata al paladar”, y el catedrático José Soler Sánchez, que la analizó, la encontró “pura, bien aireada, exenta de materias orgánicas, cristalina y agradable al paladar”.

No tarda en organizarse la correspondiente empresa explotadora -Julio Pillet, Manuel Ruiz Carratalá y Dionisio Mancha- que ofrece al Ayuntamiento seis mil cántaros diarios de agua del mar destilada, al precio de 25 céntimos de real por cada cántaro de diez litros, además de la construcción de tres fuentes públicas.

Transcurre algún tiempo en labores preparatorias; los doctores Manuel Ausó Arenas, Juan Bautista Chápuli,  Matías Doménech y  Vicente Seguí informan al pueblo de que las aguas del mar destiladas por la máquina Normandy “reúnen todas las condiciones y principios satisfactorios que corresponden a las potables”, y, con fecha 21 de junio de 1880, se abre  la venta  pública de las mis-

mas en las fuentes  construidas en las plazas del Mar y de la Constitución a los siguientes precios: el cántaro de 12 litros, a domicilio, 10 céntimos; en la fuente, 2 cuartos.

Nuestros antepasados bebieron las aguas destiladas del mar hasta mayo de 1881  en que el Marqués de Benalúa, José Carlos de Aguilera y Aguilera, inauguró el servicio público de las aguas de la Alcoraya en la Plaza de la Constitución.

 

 

Chalé del brigadier Dionisio Mancha

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