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T o r t o s a

Manuel Gisbert Orozco

 

Del último viaje que realizamos a Peñíscola, al que fui en la expedición intermedia de las tres realizadas, quiero destacar la excursión que realizamos a Tortosa. Esta población, de poco más de treinta mil habitantes, nos recibió engalanada con los carteles propagandísticos de las próximas elecciones catalanas. La fotografía de los candidatos de cada partido era tema único, y destacaba la del candidato Carod Rovira, con cara risueña, afeitándose, supongo que en el cuarto de baño de su casa. Entre la serie de fotos suyas busqué alguna todavía más íntima, que lo representara, por ejemplo,  ejerciendo el esfuerzo supremo sentado en el inodoro, para poder ilustrar estas líneas, pero no la encontré. Otra vez será.

La primera visita fue al castillo de Suná. Como el autobús no pudo pasar por un estrecho portalón, tuvimos que arrastrar nuestro culo por una empinada cuesta hasta alcanzar el patio de armas, ya que  del viejo  castillo no queda casi nada y en su lugar se ha construido un parador de turismo que da el pego desde lejos. El esfuerzo valió la pena, pues desde allí se vislumbran unas maravillosas vistas de la ciudad y del río Ebro. Sobre la pared del canal construido a su paso por la ciudad, destacan dos leyendas. Una pone: NO A LA TRASVASADA, escrita lógicamente en catalán, porque en valenciano sería NO AL TRASVASAMENT, pero la otra: LO RIU ES VIDA, está escrita en valenciano,  pues en catalán pondría EL RIU ES VIDA, ya que el artículo “LO” está proscrito en la lengua catalana e incluso por la catalanizada Academia Valenciana de la Lengua. Sin embargo los que siguen las Normas del Puig, avaladas por la Real Academia de Cultura Valenciana, sí emplean este artículo. Una incongruencia más de los catalanes  que cada vez que los visito me sorprenden más, y es que no es oro todo lo que reluce. También existe una señal que indica el caudal que tendría que alcanzar el río para que se pudiese autorizar un trasvase y que probablemente no se alcance nunca, ni aún en el caso de que aguas arriba la gente se esté ahogando. Sin embargo el caudal mínimo de ahora no es óbice para que el agua viaje hacia el sur (no se alegren, que no llega a nuestra Comunidad, ni mucho menos a la Murciana) por un canal, repleto hasta los bordes,  que trascurre a la vera de la carretera que empleamos para volver a nuestro hotel, y durante bastantes kilómetros. La existencia de campos anegados, probablemente destinados al cultivo del arroz, y regados con esta agua dan idea del mal uso que de la misma se hace.

La Catedral de Tortosa está todavía inacabada (según dijo nuestra guía), pero ya con unas grietas en la fachada que amenazan su existencia incluso antes de que la terminen. Sin embargo su interior se encuentra, al parecer, en buenas condiciones. Una de las capillas está dedicada a la Virgen de Cinta, patrona de la ciudad; se denomina así porque, según dice la leyenda, esta Virgen se le apareció al obispo de la ciudad en el año 1170, y le hizo donación de una cinta que portaba. Esta cinta era entregada a la reina de Aragón cuando estaba embarazada, para que la llevase atada a la cintura durante el tiempo que duraba la gestación, pues se suponía que protegía al nonato. De ahí viene la expresión “estar en cinta”. Hago un inciso para contar una anécdota que me ocurrió hace ya bastantes años: cuando mi esposa estaba embarazada de nuestra primera hija fuimos al médico y mi mujer le dijo que creía que estaba en cinta. El galeno le contestó, después de las oportunas pruebas, que no estaba en cinta, ni en estado de buena esperanza y ni siquiera embarazada, con el consiguiente desconsuelo de los dos. Simplemente – nos dijo – estaba preñada. Pero no nos vayamos por los Cerros de Úbeda y volvamos a nuestro relato. Los tortosinos, temiendo que en una de las idas y venidas la dichosa cinta no regresase a casa, le cortaron un trozo que guardaron como reliquia, y a partir de entonces solo enviaron el resto de la cinta cuando eran requeridos.  Sus temores no eran infundados, pues un mal día la cinta no regresó a su hogar.  Los tortosinos creen que la cinta está actualmente en Méjico y han perdido la esperanza de recuperarla.

Desde luego, donde seguro no está es en Salamanca, pues hubiese regresado con el resto de los papeles. Yo creo que la dichosa cinta la debe tener Bofarull, averigüen quien es ese señor y probablemente me den la razón.

           Por último, quiero escribir sobre el maravilloso monumento que, desde el centro del río, preside la ciudad. Lo había contemplado en otras ocasiones, pero ignoraba que se tratara de un signo del anterior régimen. Por la guía supe que intentos para derribarlo, por parte de los gerifaltes catalanes, no han faltado; pero los tortosinos se han opuesto y solo han consentido  cambiar la leyenda que existía en su base. Hay que respetar a los “muertos por la república” a los “caídos por Dios y por España” y sobre todo a los asesinados por ambos bandos. En definitiva, solo una leyenda es válida en la base de todos los monumentos que nos recuerdan un pasado que fue bueno o malo según quien, y que solo puede ser el de “Por las víctimas de una guerra que nunca debió existir”.

 

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