Índice de Documentos > Boletines > Boletín Marzo 2007
 

ÁNGEL J. GARCÍA BRAVO

 

 

 

 

 

JOSÉ L. FERRÁNDIZ STURM

 

 

 

 

 

ESTOY AQUÍ, PENSANDO EN TANTAS COSAS…

 Estoy aquí, pensando en tantas cosas…

en lo que soy…

también en lo que he sido

y en lo que habré de ser… 

¿Cuánto me queda

de lo que constituye mi camino…? 

Ahora estoy jubilado, como muchos

de los que fueron compañeros míos

pero aún nos encontramos y, entre todos,

volvemos al presente el tiempo ido

y, sin aquellas horas, en las manos,

-instante intemporal, estremecido-,

unimos el ayer con el mañana

con la nostalgia, el llanto y el suspiro.

 

Estoy aquí… pensando en tantas cosas

en el fugaz instante de un latido.

 

 

LA MUERTE ES SOLO UN PASO

 

 

La muerte es solo un paso, solo un paso,

solo un estremecido escalofrío,

solo un beso en la boca, solo un frío

preludio de la Aurora, en el Ocaso…

 

     La muerte es solo el fin de ese fracaso

que enturbia la corriente de mi río…,

solo el fin del dolor…, el fin del brío

y el fin de ese “Por qué”, y el de ese “Acaso”

 

     La muerte es un adiós…       Es un saludo,

es… echarse a dormir…      Es un renuevo

y es el punto y final de la ceguera…

 

     Es una cita a la que, huyendo, acudo

y ese cauce de luz en el que bebo

la certidumbre, incierta, de mi espera.

 

 

 

 

 

 

 

SONRISA

Tenías un tiempo muchas sonrisas:

maliciosas, alegres, asombradas sonrisas,

un poco tristes a veces, pero sonrisas.

No te ha quedado ni una sola

de aquellas sonrisas.

Buscaré un campo donde haya

a millares sonrisas.

Te traeré una brazada de bellas sonrisas.

Pero tú me dirás que no necesitas sonrisas

porque estás muy cansada de todas las sonrisas.

Yo estoy cansado también de tantas sonrisas.

Yo estoy cansado también de mis propias

sonrisas.

Yo me defiendo con muchas sonrisas

y me hacen más serio aún mis sonrisas.

Pero en el fondo, no tengo sonrisas.

En mi vida tú eres la última sonrisa,

sonrisa en cuya cara no hay nunca sonrisas.

 

 

HORMIGUITA

 

      Ando como hormiguita por

     tu espalda,

      ando por la quebrada dulce

     de la seda.

      Vengo de las alturas de

     tus nalgas,

      hacia el oro que se derrama

     y que me enreda.

 

       Y tú te vuelves mirando el

       el cielo,

        acariciando su luz

        con flores,

        y como un lazarillo

       son tus sabores,

        en tu jardín de anhelos

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