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Vicente Esteve

   AL HABLA CON...

JOSÉ SOLER BERENGUER


¿Pepe o Paco? This is the question. A lo que responde:

-Pepe y Paco. Verás. Mi madre me tuvo en 1937 y mi abuela paterna quería que me pusieran Francisco, como a su hijo que, con 17 años, estaba en la guerra. Mi padre dijo que me llamaría igual que él, José. La abuela lo admitió, pero en su interior se dijo: “conseguiré que lo llamen Paco”. Y vaya que lo consiguió, de todas todas. Para mis amigos de la infancia, familiares, incluso padres, hermanos, esposa e hijos, soy Paco; y para los que me conocen desde mi incorporación a la vida laboral soy Pepe. Atiendo por igual a quien me llama de una u otra manera.

Nací en Benimagrell y me inscribieron en San Juan (Alicante) como José. Mi madre necesitó un certificado de la partida de mi nacimiento y se la pidió al funcionario a nombre de Francisco. El hombre se volvió loco buscando porque no aparecía, y un poco “mosca” le espetó: -¿está usted segura de lo que me pide? Y entonces mi madre cayó en la cuenta y la pidió a nombre de José. -“Señora, ¿es que no sabe usted cómo se llama un hijo suyo?”. Como ves, hasta ahí llegó el arraigo del nombre de Paco. Incluso mi mujer cuando me llamaba al trabajo, a través de centralita, pedía le pasaran con Pepe Soler y, al ponerme yo, me decía –Oye, Paco …

Tengo dos hermanos y una hermana. El pequeño, Rafael, es conocido porque trabaja en nuestra Caja. Después de la guerra civil fuimos a vivir al barrio de San Antón, en Alicante, y allí mi vida transcurrió con los avatares y penurias propios de la época. En la fiesta del barrio el “porrate de San Antón”, en el año 56 conocí a Luisa del Carmen Santacruz Santamaría y en el 64 nos casamos. Fruto de este matrimonio nacieron nuestros dos hijos: Carmen, administradora de fincas y actualmente con negocio propio, y José (Pepe), en la Caja. Nos han dado dos nietos cada uno de ellos.

Recuerdo de mi vida laboral que empecé con tan solo doce años en un puesto de telas al detall, en el Mercado Central, ubicado en la rotonda, encima de lo que entonces era el parque de bomberos.

Buena memoria, digo yo. Y continúa:

-Al colegio iba por las tardes, y luego, por las noches, tuve otros trabajos hasta que Rafael Oliver Berenguer, primo de mi madre, a finales del año 1955 me llamó para ingresar de botones en la Caja.

Me examiné junto a otros 25 ó 30 aspirantes y saqué el número dos. Trabajé algunos días de ese año pero mi fecha de ingreso fue el 2 de enero del 56. Mi primer jefe fue Oscar Ferrer, del cual guardo muy buen recuerdo, en Verificación de Central. Cuando él pasó a la oficina principal me reclamó, y estando allí me presenté a examen para Auxiliar: de 42 candidatos, todos empleados, volví a sacar el número dos. La mili la hice en el año 59, destinado en Madrid, y al acabar volví a la oficina principal, que ya estaba en la Rambla, con Fernando Segura Blanco de director. Me destinó a Caja. Este trabajo no encajaba conmigo y decidí pedir el traslado al Departamento de Proceso de Datos, que estaba en formación y había convocado varias plazas. Hice las pruebas, y al poco tiempo le enviaron al director de la oficina el oficio de mi traslado. Como hice la solicitud sin pedirle permiso me pegó una bronca de las que no están en los escritos.

Pero bueno, yo me incorporé a un mundo nuevo que aplicaba las nuevas tecnologías y me consideré un privilegiado, tanto por eso como por los nuevos compañeros: Fermín Juan, Pepe Barberá, Juan Ramón Carratalá, Pepe López , y el jefe, Antonio Gosálbez. ¡Casi nada!

Primero en San Fernando y luego, a principios de los 80, en Agua Amarga, se fue pasando a ordenadores más potentes y cumpliendo todos los retos de los sistemas operativos. Fui responsable de sala con el Honeywell-Bull a pleno rendimiento por las fusiones con varias cajas pequeñas; más fusiones, cambios continuos, etc.

En el año 93 me invitaron a la prejubilación pero no la hice efectiva hasta el 95, y aunque en principio tuve mi recelo, con el tiempo pude comprobar que fue una decisión acertada.

Y luego, ¿qué?

–Pues me dediqué de lleno a disfrutar de la familia y a los pequeños “hobbys” que uno tiene. El entonces presidente de JubiCAM, Antonio Gosálbez, me invitó a incorporarme en calidad de vice-secretario y acepté de buen grado. Fue un privilegio coincidir y colaborar junto a compañeros como Eleuterio Moya, Antonio Compañ y toda la Junta. Lo tuve que dejar obligado por circunstancias familiares y el relevo se lo pasé al amigo Emilio Galiana, quien ha desarrollado, y superado con creces la labor que este puesto requiere. Superados los motivos familiares, me he incorporado de nuevo a la Junta Directiva, esta vez sustituyendo al fallecido compañero Paco Morán en la Vocalía de Tesorería-Contador.

¿Y de actividades lúdicas?

–Pues dedicación prioritaria a la familia, y luego la lectura. Soy un vicioso de los libros. Además leo todo lo que cae en mis manos. Todavía recuerdo mi primer libro “La malquerida” de Jacinto Benavente, inapropiado para mi edad, y desde entonces no he parado. Además viajo con frecuencia y he visitado países como Alemania, Egipto, Israel, un par de cruceros por los fiordos bálticos (preciosos), y por supuesto nuestras islas, y constantemente por la península. Vamos, que no me aburro, pues suelo entrar en el ordenador con frecuencia a Internet y ayudo a mi hija en su negocio llevándole la contabilidad. Cuando dispongo de algún tiempo libre, la actividad física se reduce a pasear con mi esposa y considero que me encuentro bien, a pesar de alguna que otra pastillita; y escucho música de Machín y Los Panchos, pues sus boleros nunca pasan, aunque la moderna también “me mola”, pero sin llegar a la “heavy metal”.

¿Recuerdas alguna anécdota de tu época en activo?

–Pues sí, y me parece muy graciosa de contar. Estando en la central, calle de San Fernando, pidió Antonio Gosálbez a la telefonista que le pusiera con la oficina de Corvera (Murcia), y al establecer la comunicación le pidió al director el parte contable de cierto día (parece ser que había un error); al ir cotejando las operaciones observaban que no coincidía ninguna. Después de asegurarse que hablaban del mismo parte y día al preguntarle si era la oficina X el director le dijo que no y se aclaró todo porque el pueblo al que le habían conectado era el Corbera de Valencia y la oficina No era la X.

Y para terminar ¿cómo ves los cambios que se han producido a tu alrededor?

–Muy sustanciales; en la ciudad ya no pueden jugar los niños en las calles y yo recuerdo cuando hacíamos partidos de fútbol en la Plaza de la Misericordia. El tráfico ha podido con todo.

No soy socio, pero reconozco la buena labor que están realizando los compañeros de Voluntarios CAM en todas las vertientes, y estoy al tanto de todo lo que se hace.

En JubiCAM es muy interesante el programa Intergeneraciones y los Foros de Debate están teniendo mucho éxito.

A la Caja le debe reportar algún beneficio desprenderse de tanta experiencia, porque cada vez se baja más la edad de prejubilación y puede llegar a que los afectados se hagan la pregunta ¿es que ya no sirvo?

Quiero enviar un mensaje a todos los compañeros que estén en esta tesitura para que se pasen por nuestro local y vean el recibimiento y el calor con que se les acoge, y participen desde el primer día en nuestras actividades.

Enviado queda, y gracias por tu disponibilidad.

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