Índice de Documentos > Boletines > Boletín Marzo 2008
 

    PERMÍTETE ESTAR EQUIVOCADO      


Matías Mengual 

     Ése es mi consejo. Permitirte tú mismo estar equivocado no es fácil,  pero es bueno. No se trata de reconocer, tal como suele hacerse por cortesía y a posteriori, que uno estaba equivocado, ni de cejar o ceder en una discusión; consiste en que el principio de no controvertir nos rija.

     Dicha facultad, la de sacrificar el anhelo de prevalecer, no ha constituido una aptitud natural en mí. Es verdad que nunca me gustaron las discusiones, pero acaso ¿existe alguien que no haya sentido alguna vez la necesidad compulsiva de tener razón durante una lamentable controversia? Hambre egoica o de preeminencia, llamaría yo a tal falta, que pude haber preferido pasar por alto si llegó a parecerme una necesidad comúnmente sentida; y no iba a ser yo la excepción. Ello, no obstante, me hace suponer ahora que sólo a regañadientes habría aceptado entonces consejos del mismo tenor del que estoy dando.

 

     Lo cierto es que hoy día, no sólo me parece atinado propagarlo, sino que entiendo conveniente recomendar su actualización o puesta en práctica en el primer momento apropiado, ya que personalmente, gracias a la asunción de tan insignificante sacrificio, pude sentir incrementada la autoestima hasta el punto de llegar a sorprenderme —muy gratamente por cierto—, al constatar que mi amor, afecto o respeto hacia los ocasionales interlocutores era más grande del que creía tenerles hasta entonces. Es obvio que tan extraordinaria percepción evidenciaba un cambio en mí, no en los otros, fruto probable de mi empeño de desvincularme del ego.

 

     Según Eckhart Tolle, si te identificas con una posición mental y resulta que estás equivocado, ese sentido de identidad basado en la mente se sentirá bajo una seria amenaza de aniquilación. O, dicho a mi modo: si te identificas con ciertos pensamientos, es decir, si crees ser lo que piensas que eres y resulta que lo que piensas es falso, tu ego se resiente. En consecuencia, si consigues liberar tu mente de todos los pensamientos que sustentan el ego, tu ego “muere”, con lo cual “resucitan” en ti estructuras de conciencia más elevadas que te dignifican. De ahí el aumento de tu autoestima.

 

     Pruébalo, y verás como puedes permitirte lo que antes tu ego te impedía: olvidarte de ti y estar en presencia del otro. Y fíjate en lo que sientes. La sabiduría no emerge tanto del lenguaje como del espacio silencioso en el que ésta se halla inmersa. Desde ese instante, podrás expresar lo que piensas con claridad y firmeza, sin que tu expresión esté teñida de agresividad ni de actitud defensiva alguna. Te sientes libre; eres más: Sencillamente, porque tu sentido de identidad deriva de un lugar más profundo y verdadero dentro de ti, no de la mente.

 

     Es que los sentimientos tienen más valor que los pensamientos. 

Volver