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     El 4 de enero de 1858, con la llegada del primer tren directo de Madrid, figura como fecha memorable en los anales del pueblo alicantino: “Alicante vio –así leemos en  Vila y Blanco- cómo se aproximaban por la primera vez a sus muros, precedidas de una airosa columna de vapor blanco, aquellas máquinas vivientes sin que nadie, al parecer, les diera impulso, encadenadas unas tras otras, deslizándose rápidas sobre la vía”.

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     Era el alba de un nuevo tiempo histórico para nuestra provincia en el  camino de su progreso, alumbrado por el acontecer turístico que protagonizaron los  trenes “botijo” desde 1893, a iniciativa del periodista Ramiro Mestre Martínez.

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     De servicio veraniego anual, su regularidad y baratura hicieron posible la llegada de oleadas de viajeros que revitalizaron el comercio, la cultura y la convivencia en nuestro pueblo.

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     Sus expediciones eran noticia en la prensa diaria tanto alicantina como madrileña. Un ejemplo nos lo ofrece Asín, corresponsal en nuestra ciudad del Heraldo de Madrid de  fecha 13 de agosto de 1895: “Esta mañana ha llegado a esta capital el tercer tren especial de Madrid. El número de bañistas que trae alcanza a 927. La estación ofrecía animadísimo aspecto. Muchísimos curiosos acudían allí con objeto de ver el desfile de viajeros y otros fueron a esperar a los amigos que venían. Las playas están  muy concurridas y la capital muy animada con tanto forastero”.

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     La feliz ocurrencia de Mestre, galardonado con el título de Hijo Adoptivo de Alicante (1893) y rotulada (1913) con su nombre una calle de la vieja Lucentum, despertó la conciencia turística de nuestros antepasados, quienes empezaron “a sentir verdadera fiebre de reformas”, constituyendo entidades orientadas en este sentido. Así, verbigracia,  la Comisión de Propaganda del Clima de Alicante, según pensamiento de Mariano Calvo Font y llevada a la realidad  en 1896 por el alcalde José Pascual del Pobil, Barón de Finestrat.

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     Un año después y por voluntad del alcalde doctor Gadea, nació (1904) la Junta especial para la propaganda del clima de Alicante, antecedente de La Festival Alicantina, consagrada a organizar festejos con fines turísticos.

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      En 1910 destaca la campaña llevada a cabo por La Correspondencia de Alicante, en cuyas páginas escribió José Francos Rodríguez –15 de enero- que la virtud más esencial de Alicante reside en “convertir el invierno en primavera”, y Rafael Rogel afirmó el 13 de febrero que “Alicante es la ciudad prodigiosa, donde se encuentran las fuentes de la salud y de la esperanza”.

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     Bajo este signo surgieron  y se repitieron a lo largo del tiempo las fiestas de invierno, inauguradas en 1911 con la visita del Rey Alfonso XIII.

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     Recordemos que Ramiro Mestre Martínez, Comendador de la “Orden Botijil”, falleció en Madrid en enero de 1922.