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Toni Gil

E L    Á B A C O
(por Toni Gil)

He leído recientemente un artículo sobre el origen de las matemáticas, en el que se citan dos referentes óseos que fueron duros de roer por los investigadores. Uno es el descubierto en una cueva de la cordillera Lebombo, en Sudáfrica, así denominado, que es un peroné babuino de hace nada más y nada menos que 35.000 años. El hueso tiene una serie de 29 muescas que parece ser que sirvieron para calcular números y puede que también para medir el paso del tiempo, probablemente la duración de un mes. Se considera el artefacto matemático más antiguo conocido.

Otros huesos “aritméticos” son los que fueron hallados en los años cincuenta en Ishango (República Democrática del Congo), junto a la cabecera del Nilo. A los que se le atribuyen 20.000 años de antigüedad y que revelaron que su civilización dominaba series aritméticas e incluso el concepto de los números primos. Están conservados en el Instituto Real de Ciencias Naturales de Bélgica, y según los científicos indican que los primeros sistemas numéricos se inventaron en África hace veinte milenios, es decir, 15.000 años antes de que la escritura y la numeración aparecieran en Mesopotamia.

 

Esto de las muescas parece ser que explica, según algunos doctores de la iglesia aritmética, que los números 1, 2 y 3 en realidad son palotes con una, dos o tres muescas más o menos horizontales.

 

Y esto me ha llevado al ábaco, uno de los dispositivos más conocidos para operaciones aritméticas que fue utilizado por varias civilizaciones en distintas versiones, desde los griegos, egipcios y romanos, pasando por lo aztecas, hasta las civilizaciones asiáticas.

 

El romano fue el primer dispositivo de cálculo portátil, tanto es así que al inaugurar el centro informático de la Caja de Alicante y Murcia en Agua Amarga pensamos en reproducir uno como obsequio a los visitantes.

 

Esto fue a finales de 1982. ¿Os acordáis?

 

agil@cam.es

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