y… no sucedió nada…
por las calles,
las gentes proseguían su paseo
y su prisa, su búsqueda incesante
y sus absurdos juicios, y sus críticas.
(Unos hombres jugaban a las cartas,
en el bar de la esquina, y un borracho
cantaba, tercamente una coplilla…
Los niños proseguían en sus juegos
y sonaba la radio del vecino,
“puesta” a todo volumen…
Yo sentía
impulso de gritarles que callasen,
que cesaran los juegos y los cantos,
la partida de cartas,… los paseos…
que se parase todo, porque era…
¡¡era mi madre la que se había muerto!!
¿por qué todo seguía como siempre…?)
Le puse en la mejilla muchos besos
Pero…
¡¡Ya no sentía mis caricias!!
¡¡Ya no sentía mi voz, ya no mis lágrimas!!
¡¡Ya no mis ilusiones, ni mis penas!!
Queridísima madre: Te me fuiste
Sin posible retorno…
¡¡Para siempre!!
¡¡Qué desgarro el desgarro de tu ausencia
poniendo en el presente mi recuerdo!!
¿Por qué mueren las madres…?
¿Por qué mueren?
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