Índice de Documentos > Boletines > Boletín Marzo 2009
 

EL PRESTADOR DE ALMAS
(Socio 358)

     
     ¡He perdido el alma!, susurro por espacios abiertos de una claridad cegadora, sólo en el desierto, abrasado de soledad, de injusticia, sin directrices. Norte, Sur, Este y Oeste, ando y ando sin rumbo, escapo o busco subir al cielo o bajar a los infiernos ¿qué más da? Siempre hacia allá, hacia lo lejos, hacia lo desconocido. ¿Qué es lo no conocido? Si no conozco nada, ni oigo ni veo,  pero tengo fuerzas para seguir ¿hacia donde?, ¿en busca de quién y de qué?, ¿quién me guía? Allá se mueve el aire, es un remolino que sube y expulsa y limpia de miserias y residuos terrenales, de impurezas creadas y traídas de podredumbre; me llama, me acerco libre, sin miedo ni cautela, y subo por ese frescor, paso por este umbral que a mí también me limpia, me asea y me aligera; lo atravieso por un agujero y paso al otro lado: el paisaje es distinto, soñado, y a pesar de ello sigo vacuo,  mis quejas no cambian: “no tengo alma”, ¿por qué sigo vivo?, ¿les ocurrirá a todos igual?
    
     Mi alma debe errar, vagar como yo, como éste mi cuerpo. ¿Ella sentirá dolor?, ¿penará?, ¿cómo era? Cómo es posible que sin ella mi cuerpo recapacite, se interrogue, hasta piense y medite; ¿qué es lo que estoy haciendo? Preguntas y más preguntas, ¡no siento miedo a nada! ¿qué más me puede pasar? El cuerpo se cansa, el corazón bombea a destiempo, tierra tengo en los ojos.
    
     Hay un frondoso árbol y en su sombra un apetecible asiento; lo pruebo y es real, estoy calmado y me seda el sueño, y en él hay  una mujer, una mujer hermosa y con un cuerpo que motiva mi instinto carnal; ¿besarla?, abrazarla, unirme a ella, y siguen mis locas preguntas o no preguntas; lo que soy ahora es todo físico, sin alma no hay conciencia, no hay albedrío, no hay culpa. ¿Es inocencia?  Lo natural debe ser dar satisfacción a los sentidos. Ella ríe ¿notará esos impulsos? Me acerco, ella espera, junto mis labios con los suyos, tiembla todo mi cuerpo, ya no pienso en mi alma, quizás se pueda vivir de esta maravilla, pero, ¿qué ocurre? Es como si me hubiese sumergido en la profundidad de su mirar de verde mar; nado y braceo, busco superficie para mis pulmones y mi cuerpo olvida lo placentero ante el instinto de conservación. Qué lioso es todo, todo se regirá por unos principios, pero siempre hay unos más fuertes y no siempre los más deseados.
    
     Otra vez ella, distinta la veo pero es la misma, cambió nuestra relación. Me siento donde me indica, a su lado, y con todo respeto me enfrento a su mirar: - ¿Qué le pasa? Sabedora de la respuesta me interroga, a punto estoy de descubrir su intención, reacciono y con valentía le suelto a bocajarro: -“He perdido mi alma”. Explíquese, a ver si le puedo ayudar, no tema. –“Claro que no tengo temor, no tengo nada, no soy yo, no soy nadie, no sé decir que ha sucedido, no hay recuerdos, mi alma se los ha llevado todos, el cerebro está completamente en blanco, nada hay escrito, y por lo tanto no sé quien soy, ni de donde vengo, ni quienes son los míos. Mi edad, mis sentimientos, mis odios y amores, todo borrado; ¿me puedes ayudar?”. 
    
     -Eres un caso raro, pero no el único, ya hay muchos. Te esperaba y como te conozco de tiempo me presento de esta manera, tuve dudas al principio, tu sinceridad me obliga a la complacencia: alma nueva no te puedo dar, y si acaso sería a muchos años y tu cuerpo sería recuerdo. Tengo almas de cuerpos muertos y por ahí conseguiríamos tus anhelos, te puedo dejar alguna que sé no tiene ningún inconveniente, te darán sus recuerdos y tú los vivirás tanto de vuelta a la tierra como en este espacio. La elección es tuya.
    
     -Quiero, si es posible, una conocida, que sepa de mis mejores amigos, de seres queridos, ahí veo muchas de ellos, me las llevaría todas, ¡Dios que maravilla! están casi todos, quiero abrazarlos, ¿me ven, me oyen?
    
     -Poco a poco. Busquemos una joven, de las de tus primeros años, ellas te darán los ratos felices suyos y también encontrarás, si es que fuisteis amigos, gran parte de la tuya, y no te preocupes que la sabrás distinguir. Cuando hayas completado su periplo, pasaremos a otra y así hasta el final. Cógela y empieza a vivir de nuevo aunque sea con los sentidos y recuerdos de otro.
    
     He vuelto a mi tiempo y espacio, llevo un alma juvenil, unos pensamientos acabados de aprender, tan tiernos que tienen poca seguridad, no importa porque no hay dudas, se admiten ya que son los primeros. Voy con pantalón corto, mi camisa no es demasiado nueva, alpargatas, una con el dedo gordo asomándose por al agujero que él mismo se ha hecho, pelo bastante corto, corazón feliz. En casa, mi madre; mi padre en el mar, soy el mayor, los mellizos muy pequeños. Voy a un recado a la casa de la esquina, subo los cuatro peldaños y traspaso la puerta entreabierta: ¡Tía Quica!, dice mi madre... Tía Quica, repito, y pienso que vengo muchas veces a llevarle ropa de casa para sus arreglos, pero hoy es distinto, algo inhóspito me ocurre. Esa cara, esa mirada, no es la de siempre, ¿qué percibo? Noto un desdoblamiento en mí, ¡sí!, seguro, el otro yo, no el prestado, renace fresco es este estado memorial,  yo he estado y he dormido aquí, lo recuerdo perfectamente: ¡Es mi abuela! ¡Dios!
    
     La abrazo, la beso y lloro de alegría, ella se sorprende al principio y luego se une a mi frenesí desbocado de dicha y me llama como siempre: ¡Titet mío! Y me cuenta de mi madre, su hija, de mis tíos, sus hijos, y me lleva a donde vivía, bueno, donde vivo, y a mi madre se le quema la comida, bobalicona, mirándome ¿Y padre, y mis hermanitas? Padre en el pueblo y ellas en la escuela. Ya soy yo, la metamorfosis se ha producido, el alma conductora a este tiempo pasado ha cumplido su misión y me deja; ya no hay rarezas en mí, es un día cotidiano, mi abuela pregunta ¿por qué no ha ido el niño al colegio? Tenía un poco de fiebre, dice mi madre. Y vuelvo a repetir mi vida. ¿Será la misma? ¿Vivirla de nuevo conociendo el guión? No me apetece, no me es grato.
    
     La Mujer se presenta de nuevo en mis sueños, ha leído mis reflexiones como si fuese mi Ángel de la Guarda, e intenta ayudarme: - Te propongo una nueva vida, será la misma, pero tú la ignorarás, no sabrás de ella  hasta que la vayas viviendo, procura grabar bien los recuerdos para el momento final.- Pero yo ya tengo un alma que va errando por el olvido, ¿qué será de ella? -Tranquilo, ya la he recuperado y no sé que le ha sucedido, pera está completamente en blanco.
Socio 358

Volver