Índice de Documentos > Boletines > Boletín Mayo 2009
 

DECISIÓN
(por Francisco L. Navarro Albert)
 


     A lo largo de nuestra existencia, no importa lo larga o corta que esta sea, encontramos multitud de ocasiones en las que, de la decisión que tomemos se derivará –necesariamente– una u otra posibilidad de alterar el futuro.

 

     ¿Cuántas veces nos hemos preguntado: “si yo hubiera hecho…”; “si hubiera aceptado aquella oferta…”? Cuantas veces nos hagamos esa pregunta otras tantas encontraremos el vacío por respuesta, ya que lo único que nos es dado conocer con exactitud es el pasado, precisamente por esa situación de algo que se ha producido con anterioridad. Y no cabe duda que lo que hoy somos es fruto de esa o esas decisiones o actuaciones del pasado.

 

     Es frecuente escuchar la frase: “el tren de la oportunidad solo pasa una vez”  pero, ¿acaso conocemos cual es la nuestra? La vida está llena de ellas (no necesariamente buenas o favorables, pero oportunidades al fin y al cabo), lo que ocurre es que, inmersos como estamos en esa vorágine de deseos, ilusiones, ambiciones… a menudo no nos percatamos de que cada día, cuando amanece y el sol se filtra por nuestra ventana, ya tenemos una nueva oportunidad entre nuestras manos para cambiar el futuro.

 

    Quizá lo difícil sea, precisamente, esa elección y bueno sería para ello que recordáramos que cualquier proyecto que emprendamos debe cumplir unos requisitos mínimos, cualquiera que sea su magnitud.

 

     ¿Serviría de algo pretender lo que no es posible? Es necesario entonces establecer algún tipo de criterios que nos permitan abordar esa oportunidad como un proyecto sólido y con visos de que pueda llegar a buen término.

 

     Podríamos establecer como pautas: posibilidad, medios, plazo para ejecutarlo, coste, seguimiento; aunque bien es cierto que podemos lanzarnos al vacío y tener éxito absoluto sin haber considerado nada de nada. Es notorio que algunas personas lo han conseguido sin haber realizado ningún estudio previo, en tanto que otras han fracasado completamente pese a haber analizado los pros y contras. En uno y otro caso, evidentemente, hay factores que no se han considerado, eso que llamamos imponderables.

 

     Pero, ciñéndonos al caso normal y lógico de realizar el estudio antes de acometer el proyecto, podemos disponer de la información necesaria para que algo que se contemplaba sólo como ilusión se convierta en una realidad futura, aunque siempre podrán surgir obstáculos que puedan -incluso-, impedir en su totalidad conseguir los fines propuestos.

 

     Sin embargo, no debemos olvidar que tan importante o más que conseguir la meta propuesta es el camino que nos lleva a ella, y que en su andadura, podemos y debemos vivir la vida con tanta intensidad como si cada día fuera el primero, porque si no construimos cada día, cada minuto, una razón para nuestra existencia, el mundo será un entorno hostil en el que resultará difícil encontrar las cosas bellas que lo hacen soportable y que quedan ocultas por esa maraña de ambición, poder, dinero, corrupción… que parecen haberse convertido en el norte y guía de buena parte de la sociedad.

 

     Decidamos pues, sabiendo que no tendremos conciencia de lo acertado o erróneo de nuestras acciones hasta ver sus consecuencias, y siendo conscientes también de que, aun en el fracaso, al menos habremos aprendido su causa y, por tanto, no habrá sido inútil nuestro esfuerzo.

Volver