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TRES AMIGOS ILUSTRES
(por Vicente Ramos)

Vicente Ramos

    En la agitadísima España decimonónica, el incendio de la Septembrina fue precedido, a modo de prólogo, por la sangrienta llamarada de la Noche de San Daniel (22 de junio de 1866) en el cuartel madrileño de San Gil, donde sargentos y cabos asesinaron a sus jefes. Vencida la rebelión, fueron fusilados setenta y seis militares y sentenciados a muerte por garrote vil relevantes políticos como Castelar, Sagasta, Martos, Rubio, etc.

    Alrededor del trágico episodio nacieron en la ciudad de Alicante tres varones, cuyas vidas, si ejemplares, glorificaron su cuna: Vicente Bañuls Aracil (19 de noviembre de 1865), escultor, Rafael Altamira Crevea (10 de febrero de 1866), historiador, y Carlos Arniches Barrera (11 de octubre de 1866), comediógrafo.

    Bañuls se hizo escultor en el taller de Juan Rizo y pintor en la Academia de Lorenzo Casanova, sita en la avenida del doctor Gadea, evocada por Miró: “La casa tenía huerto muy grande, emparrado con vides robustas (...), parecía huerto monástico, tan dulce y tranquilo”. Aquí estudiaron también, entre otros, Lorenzo Pericás, José López Tomás, Adelardo Parrilla y Rafael Hernández López.

    Al mismo tiempo, Altamira y Arniches eran alumnos del colegio San José, en el número 15 de la calle Bailén, al que Altamira recuerda con estas palabras: “Ocupaba el colegio la planta baja y los dos pisos de un gran caserón a la entrada de la calle; y como ésta no era muy ancha, el edificio de enfrente –un caserón también, ocupado por una fonda- arrojaba constantemente sobre nosotros la mancha triste de su sombra, privándonos de ver el sol y el mar (...) El único sitio alegre de nuestra prisión pedagógica era el balconcito de la esquina, por el que se atisbaba algo del puerto...”

    Allí, con Joaquín Dicenta, Ricardo y Heliodoro Guillén, Francisco Martínez Yagüe, José Pérez Chápuli y otros, Altamira hizo amistad con Arniches, al que dibujó “delgado, de ojos soñadores que parecían mirar a todo y no enterarse de nada. Y es que, quizá entonces, se estaba verificando en él la concentración y asimilación de vida que luego ha sabido volcar con tanta gracia en sus obras”.

Vicente Bañuls    El tiempo, labrando destinos, los separó físicamente: Bañuls permaneció en Alicante, Arniches inició su éxodo rumbo a Barcelona en 1880 para pasar cinco años después a Madrid, y Altamira, tras la escala de Valencia (1881-1886), se asentó en Madrid con etapa en Oviedo (1897-1910).

    Los áureos puntos de partida tienen sus nombres y fechas: escultor Vicente Bañuls, estatua de Maisonnave (1895); historiador Rafael Altamira, cátedra de  Historia General del Derecho Español en la Universidad de Oviedo (1897), y comediógrafo Carlos Arniches, Casa Editorial, “sátira literario-musical”, con la colaboración de Gonzalo Cantó (teatro Eslava de Madrid, 9 de febrero de 1888).

  

    Primeros honores: Vicente Bañuls: Medalla de Oro por su obra Jijonenca. Exposición Provincial de Alicante en 1894.

 

    Rafael Altamira: Hijo Predilecto de Alicante (7 de mayo de 1909), representante de la Universidad de Oviedo “en las nobles vísperas del Centenario de la Independencia de la América Española” con la misión cultural de hablar a estos pueblos.

    Carlos Arniches: el estreno de su “boceto lírico-dramático de costumbres alicantinas” Doloretes en el teatro Apolo de Madrid el 28 de junio de 1901, salvó el futuro de la Sociedad de Autores Españoles.

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