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Demetrio Mallebrera Verdú

A corazón abierto
(por Demetrio Mallebrera Verdú) 

JUGAR CON IMAGINACIÓN

    Al principio no comprendía por qué el resultado de un sondeo de opinión se refería a que cada vez le dan los jóvenes (se trata de Injuve –Instituto de la Juventud- 2008, entre estudiantes principalmente) una creciente importancia al ocio, a las actividades lúdicas, al tiempo libre si quien seguía ganando la partida año tras año era la valoración que los chavales tienen sobre las relaciones afectivas (la familia, que se impone aún más como la primera y luego la amistad), seguidas por la salud, el trabajo, el ganar dinero y el tiempo libre. Comparando estas prioridades con estudios anteriores seguía ganando la parte social y de relación, con un matiz importante: que sigue siendo la familia la reina de las preferencias, los verdaderos sentimientos y el mejor lugar físico y espiritual, pero iba perdiendo puestos la amistad; en cuanto a los demás habían bajado mucho las relaciones sexuales y aún más los estudios. Supongo que en esto último influirán mucho las expectativas de futuro más que las vocaciones. Y lo llamativo es los puntos ganados por el tiempo libre. Aunque no diga nada si es compartido o no, para mí ese aumento a esas edades no termina de gustarme, porque el ocio se lleva mucho tiempo dedicado al aislamiento ante un ordenador o un televisor, y a escuchar música en aparatos grandes o pequeños; y eso puede ser mucho tiempo no compartido. El informe explica que se dejan responsabilidades sociales que ahora gana el vivir al día.

    Como se ve, quien pierde (si acaso hay perdedores en este tipo de sondeos), es la falta de compromiso. Y lo hace justamente en el momento en el que más valores de ese tipo se necesitan, como la solidaridad y el desprendimiento. Por el camino del citado vivir al día como norma vital se ve cómo ya han entrado en los hogares los desequilibrios que llevan a actitudes cuanto menos pasotas o peligrosas para aquellos que no encuentran en su hogar (y a lo mejor por eso sigue siendo lo más y mejor valorado) el esquema de familia que, en el fondo, siempre se espera. Esto es lo que, con  todo  convencimiento, han traído estos tiempos cuyas leyes han facilitado tantas roturas y tantos sufrimientos para los chavales. Y como las cosas hay que llamarlas por su nombre, no nos privemos de llamar crueldad a lo que algunos siguen llamando progresismo. Un equivocado permisivismo y el darles todos los caprichos y las cosas hechas, prácticamente habiendo pasado su infancia jugando sin imaginación alguna, que ya se nos muestra con familias desestructuradas, alteraciones en todos sus miembros, actitudes juveniles delictivas, faltas de respeto hacia profesores y manga abierta para hacer atrocidades, nos tenían que traer estas consecuencias, y hará usted bien en pensar que no han hecho más que empezar. El futuro le da la vuelta a la esquina sin darnos cuenta; o sea, está ahí, y ya vivimos su preludio.

    Lo he dicho en el párrafo anterior muy de pasada para centrarme un poco en él para acabar esta reflexión de hoy: jugar con imaginación. Los sociólogos que se especializan en las técnicas de la cognición van ganando algún terreno, aunque por ahora los usuarios lo consideren todavía como experimental. Por ejemplo, los ayuntamientos. Se trata de tener parques grandes llenos de verde y de árboles, pero exentos de columpios y toboganes. Los niños tienen que jugar y tienen que imaginarse que son héroes o seres normales, tanto corriendo a campo ancho como haciéndose cabañas con chapas y cartones. Todos los días subir escaleras para escurrirse por una rampa o columpiarse sin esfuerzo alguno llega a convertirse en aburrimiento. Hay que llevarse al parque (porque es aire libre) los trapos, las muñecas y las cajitas de zapatos donde guardamos nuestros secretos y expandimos la imaginación. Ya vendrán luego las guitarras, ya. Me parece que hay algo que no terminamos por valorar: el poco pedazo de cielo al que mirar para soñar, el descanso mental con que imaginamos lo leído o lo que hoy hemos aprendido en clase porque hemos de verbalizarlo (que así lo llaman ahora) primero por dentro, y ensayarlo, si quieres lo haces ante tu amigo porque también el parque es para relacionarte ya que el hombre tiene que aprender a tener tiempo para el hombre y así crecer en humanidad. El parque también es ideal para los mayores que han de vigilar, para hacer amistad y para resolver, siempre con imaginación, tantas preocupaciones.

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