Las alondras se disputaban
los besos
al tibio sol de septiembre
y, en alas de mariposa blanca,
mecía la brisa
retazos de aire.
A la sombra del ciprés
dormido
el cuco cantaba
el amor a su hembra
pendiente del nido.
Las hojas del chopo
añorando el invierno,
pendían del arbol,
ya viejo y dormido.
El suelo, tan ocre,
abrazaba en silencio
las hojas caídas,
tus pasos tan quedos.
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Y yo sonreía
pensando en silencio,
soñando en tus brazos,
bebiendo en tus besos.
Y tu, me arrullabas
en cálido abrazo
sediento de anhelos.
Y yo, que anhelaba
tus tiernos abrazos,
beber en tus besos,
te acogí en mis brazos
y bebí de ellos.
El cálido septiembre,
testigo discreto,
rubricó firmando
mi amor sin secretos.
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