Los españoles tenemos la costumbre de elegir nuestras vacaciones a última hora. Si os ocurre lo mismo, os recomiendo que este año visitéis una población que está de celebración y de jubileo: Santo Domingo de la Calzada. Población que se encuentra junto al río Oja en la comunidad de la Rioja (de ahí su nombre), cuenta con unos 6.700 habitantes y un rico legado artístico y cultural tanto en arte civil como religioso.

            La población nace en el siglo XI vinculada estrechamente al Camino de Santiago, junto a un bosque de encinas. Allí se instaló un ermitaño llamado Domingo, que dedicó gran parte de su vida a facilitar el paso de los peregrinos que iban a visitar al Santo a Compostela talando árboles y construyendo caminos o calzadas. Nació en el año 1.019 y murió en el 1.109 (vivió mucho tiempo para su época) y en los últimos años de su vida se le atribuyeron diferentes milagros. Uniendo todas éstas curiosidades, surge el nombre de la población: Santo Domingo de la Calzada. Patrono de la ciudad, se le atribuye la construcción de un puente para salvar las aguas del río, una iglesia que pasó a ser la actual catedral y un albergue de peregrinos que hoy en día es el Parador Nacional.

            Si hacemos cuentas, este año se celebra el 900 aniversario de su muerte. Este es el motivo de que se celebre el Año Jubilar Calceatense en la ciudad. Diferentes actos se celebran a lo largo de todo el año, relacionados con la vida del Santo, y también con su hermosa leyenda.

            Cuentan que una familia de peregrinos, compuesta por un matrimonio y su hijo, llegó al albergue de Santo Domingo de la Calzada. Una de las mesoneras se enamoró del joven pero éste la rechazó. Ella, indignada, escondió una copa de plata entre su equipaje y al siguiente día, cuando la familia iba a reemprender la marcha, denunció su desaparición. La copa fue encontrada inmediatamente entre la ropa del hijo y las autoridades lo prendieron, haciéndole un juicio sumarísimo y condenándolo a muerte, según establecían las leyes de un Camino que se había ya convertido habitualmente en campo de acción de los amigos de lo ajeno. No valieron súplicas ni protestas de inocencia. El muchacho fue ahorcado y sus padres fueron a rezar a Santo Domingo a la Catedral para que cuidara de su alma.

            Cuando regresaban al albergue, vieron al joven todavía ahorcado, pero vivo y hablando a sus padres para llamar su atención. Éstos, al darse cuenta de que su hijo vivía milagrosamente, acudieron de inmediato al alcalde de la ciudad para pedirle que lo hiciera descolgar. Pillaron al edil en la hora de comer, cuando se disponía a dar cuenta de una suculenta pareja de gallináceas que humeaban doraditas en una fuente.

                  -¿Vivo decis? -rió el alcalde-. Ese chico está tan vivo como esta gallina que voy a comerme en cuanto me dejéis en paz. 

             En ese mismo instante, el gallo y la gallina se cubrieron milagrosamente de plumas y salieron cacareando hacia el corral. El inocente hijo fue descolgado del cadalso y, después de dar gracias a Santo Domingo, continuó con sus padres camino de la tumba del Apóstol Santiago para darle las gracias también.

           Por este motivo, en la Catedral de Santo Domingo se encuentra un gallinero. Los peregrinos que pasan por ahí dicen que si oyen cantar al gallo es augurio de que tendrán buen viaje, y algunos esperan a que caiga una pluma para colocársela en su sombrero o mochila.

           Esta historia ha sido propuesta por el Gobierno de La Rioja para Patrimonio Oral de la Humanidad. Y todos los veranos, alrededor de 200 actores aficionados de la localidad desfilan por las calles de la población y se escenifica no sólo este milagro, sino otros más relacionados con el Santo. Buen viaje.