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LO QUE NADIE QUIERE SABER

(por Matías Mengual)

Matías Mengual


     ¿Te has preguntado alguna vez lo que es verdad y lo que es mentira en ti mismo?

     Si te ocurre lo que a mí, llevarás un buen rato buscando la respuesta, porque ni siquiera sabes lo que te impide hallarla. ¿Será por no saber decir la verdad, o por no querer aceptar que mentimos? Posiblemente, al igual que suponía yo, puedes creer que para decir la verdad basta con proponértelo; y no es así. De esto, puedo dar fe. Por lo visto, la observación imparcial de uno mismo es más complicada de lo que parece.

     Ciertamente, la observación de sí a la que me refiero no es la que practica el cachas, esa persona musculosa que se pasa dos horas al día ante el espejo admirando su cuerpo, ni tampoco es la que requiere nuestro aseo personal ordinario; se trata de la observación de la clase de persona que psicológicamente uno es. La manera de pensar, sentir o comportarse de una persona es diferente de todas las demás, ya que se adquiere por la educación, medios de vida y demás circunstancias individuales. Según dice el doctor Maurice Nicoll, "Todas las personas están ligadas a una clase particular de cuerpo por el nacimiento y luego a una clase particular de psicología por la educación".

     Han transcurrido más de treinta años desde que me leí de pe a pa su extensa obra (5 tomos), "Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky", y sigo repasando frases que subrayé, como hoy, que discurro sobre uno de sus planteamientos: "Hemos de ser capaces de conocer lo que es verdad y lo que es mentira, ante todo, en uno mismo", porque recordé que eso es, precisamente, lo que nadie quiere saber. Lo cual no puede extrañarnos después de haber escuchado tantas veces la gastada frase "Yo soy como soy; no puedo cambiar", ya que, cuando uno habla así, lo más probable es que le importe un bledo saberlo.

     A mí me importa saberlo, sobre todo, desde que leí a Gurdjieff: "Es relativamente raro que la gente diga una mentira en forma deliberada. En la mayoría de los casos creen que dicen la verdad. Pero se mienten a sí mismos y mienten a los demás". Para mí, mentir es decir cosas que no son verdad, para engañar. Por tanto, si me digo a mí mismo algo que no es verdad, es a mí mismo a quién trato de engañar. Entonces, ¿por qué acepto mis mentiras?

    De lo expuesto, la explicación que, a mi manera, puedo dar es: Identificarse es confundirse como idéntico a otra cosa. Matías es mi nombre, pero mi nombre no es lo mismo que "Yo", ni "Yo" soy lo mismo que mi cuerpo. Sin embargo, en ocasiones me he identificado con Matías, o con el señor Mengual, o con mi cuerpo, o con algún aspecto de mi psicología (manera de ser espiritualmente, ánimo, instinto, mente, carácter, constitución, naturaleza, personalidad, temperamento...) Por eso, cuando, por ejemplo, dado mi carácter me enfado, no sé a quien culpar, si a mi cuerpo o a Matías, como si lo uno estuviera pegado a lo otro. En consecuencia, procuro ver a cada rasgo o aspecto problemático de mi psicología con su correspondiente "yo", es decir, lo veo como una "personita" que me ha estado suplantando. Y ¿qué ocurre? Pues que, como por enciman de esos "yoes" pequeños está mi "Yo Verdadero" (que puede observarlos), los veo con objetividad, desapasionadamente, comprendiendo qué es lo que en realidad pretenden.

     El sistema funciona. Al ver como de otra persona tu propia miseria, arrogancia, presunción o vanidad, todo cuanto antes no querías ver en ti, se te revela ilustrativo. Un pequeño vislumbre de esta posibilidad es suficiente para despertar al "Yo Observante" que, al igual que ocurre con todos los nuevos poderes de realización, acabará funcionando así permanentemente. Es la ley del despertar.

     Añado por mi cuenta que, tal vez, por creer que mi "Yo Verdadero" y tu "Yo Verdadero" es el mismo y Único Yo que existe, cuando veo mis fallos en otras personas, las acepto comprensivamente, pues sé que, cuando llegue su momento, su "Yo Verdadero" también despertará.

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