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Demetrio Mallebrera Verdú

A decir verdad
(por Demetrio Mallebrera Verdú) 

HASTA LA ETERNIDAD


     Mujer, déjame que te explique que cuando se hizo esa canción, hace cincuenta años, desear algo “hasta le eternidad” era querer tenerlo y disfrutarlo hasta el fin de nuestros días. Y, a ser posible, seguir al otro lado de la vida como si la muerte no hubiera tenido influencia alguna, sin pensar si alguno de los dos cogería ese tranvía sin regreso que pasa por la puerta de tu casa y hasta sube en ascensor hasta tu piso y se lleva sin contemplaciones a uno y se deja al otro, quien se queda verdaderamente solo, más solo que la una, más solo que el soldado lejano al que le lleva muy lejos su destino, más solo que el vacío a tu alrededor, más solo que la soledad por decir ya lo incomprensible del todo. Pero, según nuestra cultura (que no queremos perder), siempre esperando un reencuentro todavía mucho más feliz, porque creemos que es más que antes “hasta la eternidad” absoluta (perdón porque esto es una redundancia). Pues bien, los medios de comunicación le adjudican al Dúo Dinámico el cincuentenario de su primer disco (dentro a su vez, del año de su nacimiento como músicos –la Navidad de 1958-) coincidiendo con el primer rock grabado en español porque ese disco (un EP –extended play- de 4 canciones a 45 revoluciones por minuto), tenía esa canción en segundo lugar, reservándose el primero para la canción titulada “Recordándote” que es la que se empeñaba en decir repetidamente “hasta la eternidad”.

  

     La verdad es que “Cowboy”, aunque ya sea un referente por lo dicho antes en la primera grabación de septiembre de 1959, era una fusión (que dicen los modernos) entre “doo wop” y swing que venía a dar un “country”, y por eso hay tantos du-duás, duyo-durubá, by-bys, ya-yais, incluso bang-bangs, no en balde el rock, según el RAE es un género musical derivado de una mezcla de diversos estilos del folclore americano, precisamente popularizado los años 1950. El segundo disco que grabó el Dúo, antes de acabar 1959 (o sea que también está de cincuentenario)  incorporó un rock más verdadero “Baby rock” y su primera composición “Linda muñeca”, además de una balada o algo así, “Rogar”, tres canciones que seguramente perduran en su repertorio, dicho sea esto porque la gente sabe que, aunque tienen más de setenta años, ellos siguen actuando, ahora con más público que nunca y de todas las edades. Como dice el periodista y admirador suyo, Agustín Zaragozá, en “El semanario digital.com” del mes de julio, ellos sí son “profetas en su tierra” y añade algo muy importante: “Sólo un gañán sin valores éticos ni estéticos puede sentirse indiferente ante un acontecimiento que convierte al Dúo Dinámico en leyenda e historia de nuestro país. Pertenecen a España y a su manual de costumbres y tradiciones. No hay ningún españolito de a pie que no sepa la letra de algunas de sus canciones”. Y añade que son un resultado de una apuesta por valores morales como el esfuerzo, la tenacidad y la autenticidad. Pero son algo más.    

  

     Ese más al que me refiero hay que relacionarlo con el Dúo (o con cualquier otro cantante o melodía) y tiene que ver con una añoranza que nadie que la haya pasado puede evitar, porque no tiene que ver con un empeño por volver atrás. Cuánta gente mantiene en sus utensilios próximos (las lejas del aparador, la vitrina del comedor, la mesa camilla, la rinconera, el mueble del pasillo, la mesilla de noche…) fotos de sus seres queridos que ya no están o, estando, les recuerdan un acto concreto. Un acto que aún está vivo. No es la nostalgia de un tiempo que pasó y que pudo haber estado cargado de grandes momentos (acabar la carrera, la primera comunión; y muy entrañablemente, la persona que nunca queremos perder, aunque ya no esté), sino algo y más concretamente alguien que nos marcó para siempre. A los que ya somos mayores no nos apetece para nada mirar atrás si no es para traer a la memoria esos dulces momentos de los primeros bailes, del pedir a los músicos que pongan canciones lentas para estar amarraditos con nuestra “ella”, el primer abrazo que vino con un apretón consentido, el beso furtivo que era toda una declaración, los versos que nos inspiraron esos ojos que hablaban con el corazón en las pupilas, los trajes y las modas que nos poníamos para demostrar lo que nunca sabremos qué, porque no era impactar sino “lo hago pensando en ti”, no vaya a venir otro a quitarme mi tesoro. Menuda reflexión hoy.

(Después de entregar este artículo, el Dúo Dinámico recibió la Medalla de Oro al Trabajo)

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