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ALICANTINOS EN EL SILLÓN 4 DE LA ACADEMIA DE LA HISTORIA
(HOMENAJE)
(por Vicente Ramos Pérez)

Vicente Ramos


     Inagotable y clarífico es el huerto cultural alicantino, creado y cultivado por una pléyade de escritores y artistas, vivo en el marco de los siglos XIX y XX.

     De aquel áureo universo traemos el hecho insólito de que tres hijos de nuestra provincia ocuparan sucesivamente el mismo sillón, el cuarto, de la Real Academia de la Historia.    

     Serie tan excepcional la abrió Luis Calpena, nacido en Biar (1860), eminente historiador, teólogo y orador sagrado, fundador y director en Novelda del Colegio “La Inmaculada Concepción”, donde, en 1890 y como alumno interno, cursó las primeras letras Francisco Figueras Pacheco, quien jamás olvidó la memoria de la “distinguida figura de Calpena de rostro expresivo, mirada penetrante y suave palabra que nos dirigía con frecuencia en pláticas amenas, nuncios de sus magistrales oraciones ulteriores”.

Luis Calpena y Avila     Capellán de honor de la Real Capilla, Rector de San Francisco el Grande, Prelado Doméstico de S.S. el Papa y miembro numerario de las Reales Academias de Bellas Artes y de la Historia para la que fue elegido el 18 de octubre de 1918, tomando posesión del sillón número 4 el 15 de diciembre siguiente.

     Falleció en Madrid el 6 de enero de 1921.

     Ocupó esta vacante Rafael Altamira Crevea (Alicante, 1866), cuyo discurso de ingreso versó acerca del Valor social del conocimiento histórico,  contestado  –24  de diciembre  de 1922- por el Duque de Alba. Instalado en México desde 1945, nuestro historiador, murió en esta tierra hermana  el 1 de junio de 1951.

     Años antes, Julio Guillén Tato (Alicante, 1897), Director del Instituto Histórico de la Marina, fue escogido académico –19 de junio de 1942- por Francisco Javier Sánchez Cantón, Antonio Ballesteros Beretta y Modesto López Otero “por ausencia no justificada de Altamira”. Su discurso -Cartografía marítima española- lo contestó  el mencionado Ballesteros Beretta quien destacó los méritos intelectuales de Guillén: “talento fulgurante, sensibilidad artística, tesón en el estudio y jovialidad sana y atrayente”.

     Por su parte, el nuevo académico exaltó la “feliz circunstancia de ocupar una vacante no ocurrida por fallecimiento, sino por cambio de residencia de mi paisano don Rafael Altamira y, asimismo, el venir a ostentar la misma Medalla que, con el insigne orador sagrado P. Calpena, soy el tercero en recibir”.

     En tan solemne acto, en el que Guillén se autoproclamó, no sólo alicantino, “que es circunstancia voluntaria y casual”, sino “alicantinista, que lo es de amor y devoción”, la terreta estuvo representada por el alcalde de Alicante, Román Bono Marín, el Gobernador civil, Luis González Vicén, familiares y amigos

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