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TRAS LA NAVIDAD
(por Gaspar Pérez Albert)


Son las fiestas navideñas días de alegría, paz, felicidad, reencuentro con los seres queridos, celebraciones gastronómicas, etc… Para bien y nunca para mal, ya han pasado y creo que debemos dar gracias a Dios por habernos dado salud para disfrutarlas un año más. Han sido unas fechas felices y precisamente por ello, ahora que ya han pasado nos invade la nostalgia de lo que hemos dejado atrás.

Y así, los niños se acuerdan de los juguetes y regalos que han recibido de Papá Noel y los Reyes Magos y se enojan cuando piensan en el largo tiempo que ha de transcurrir para que vuelvan. Los adolescentes y jóvenes, además de sus regalos, se lamentan de no poder disfrutar, de momento, de sus fiestas y diversiones, sin duda, un tanto especiales en estos días. El ama de casa se siente satisfecha por las tareas llevadas a cabo en el hogar para que todas las celebraciones hayan resultado perfectas, y también le gustaría volver a tener tal satisfacción más a menudo y  poder así tener reunidos a todos los familiares. El buen gourmet echa de menos las viandas selectas que ha podido degustar en tales fiestas y el glotón, además de la calidad, añorará la abundancia que le ha permitido satisfacer su glotonería. Las personas mayores, es decir, los abuelos y abuelas, agradecerán de veras la presencia de los familiares y descendientes, a quienes les gustaría tener a su lado todos los días, y lamentan que no pueda ser así siempre. En general todos nos quejamos, aunque solo sea en el pensamiento, de que no sea Navidad más a menudo.

En nuestros pensamientos, claro está, casi siempre hay una queja o lamento referente a cualquier suceso o circunstancia, buena o mala. Seguramente es condición humana  –y dicen que mucho más de los españoles- no reconocer los bienes o beneficios recibidos, mas casi nunca nos olvidamos de quejarnos de su ausencia temporal o definitiva. Algo así ocurre con la Navidad, que son fiestas felices e inolvidables y por lo tanto no deberían ser motivo de pensamientos negativos. Pero en cualquier caso todos estos recuerdos y lamentaciones consiguen tener nuestra mente ocupada y hacen de la Navidad nuestra referencia temporal, porque suelen ir acompañados, muchas veces, del recuerdo del tiempo pasado desde la última celebración de estas fiestas o del que falta para la próxima. Es un ejercicio mental muy agradable que debe tener su móvil “secreto” en la fuerza de la Navidad y lo que representa, es decir, en su indudable “magia”. Eso deberá ser.

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