Iba yo, tranquilamente,
mi automóvil conduciendo
y , de repente, me hicieron
detenerme bruscamente.
Agentes uniformados
querían averiguar
si yo, por casualidad,
iba algo mareado.
Y bajo tal pretensión,
intentaron comprobar
si habría podido tomar
alguna copa de alcohol.
Por su objetivo lograr,
en un extraño aparato
con un tubito muy raro
me obligaron a soplar.
Vana pretensión la suya,
puesto que tal artilugio
no ha de detectar, intuyo,
olor en mi aliento, nunca.
|
Cosa distinta sería
si quisieran comprobar
mi potencia pulmonar.
Entonces lo entendería.
Quisiera dejar sentado
que en mi dilatada vida
pocas veces y en heridas
alcohol habré utilizado.
Y lo sabe todo el mundo
que no me gusta el alcohol,
aunque de tal condición
no alardeo ni presumo.
De su extraña actuación,
a los agentes no culpo,
pues con su actitud, no dudo,
cumplen con su obligación.
No obstante, mi indignación
y si me siento ofendido,
es porque me han convertido,
de repente, en un soplón. |