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Gaspar Llorca Sellés

CHUPÓPTEROS
(por Gaspar Llorca Sellés)


     - Deslícese Su Señoría por este lado- dice el Monitor, cargado de guasa, a la araña de reciente ingreso, conduciéndola por la intrincada telaraña.

     - Sí, ¿por aquí?, bien, allá voy,  está claro que por aquí se adelanta, ya que la hipotenusa por donde dices es más corta que la suma de los dos lados del triángulo rectángulo que también pueden llevarnos al sitio deseado. Ya no dudo de vuestra inteligente ingeniería. ¡Oye!  Mira, este otro paralelogramo, me parece romboidal, vayamos por él, y lo digo por sus lados que al ser iguales dos a dos no perdemos  tiempo en cálculos innecesarios, y también nos conduce al punto pretendido.

     - Tiempo ¿quéee? Aquel mundo de tiempo y espacio ya lo has dejado, se fue, aquí no hay ni pasado ni futuro, siempre es presente, si es que presente quiere decir algo. No me escuchas, ¿qué haces? ¡Cuidado con tus patas! Si te rompes alguna no tendrás más remedio que llevarla siempre a rastras.

     La nueva araña anda preocupada buscando en la red el punto central de donde cree nacen aquellas figuras geométricas trazadas con tanto esmero e intentando aplicar sus pobres conocimientos de geometría en aquel maravilloso laberinto.

     Estos ciento ochenta grados son falsos, la suma de un ángulo recto con uno obtuso no puede dar esa cantidad, pero si modifico éste aunque sea en dos grados repercute en la secante de aquella circunferencia y por lo tanto pierde su identidad y pasaría a ser una simple línea recta a la espera de nuevo empleo, reflexiona.

     Su nuevo estado aún no ha limpiado del todo los resquicios humanos y todavía le quedan residuos de aquel deseo e interés de saber el porqué de las cosas y así poder subyugarla a su capricho. Ha sido un momento, y de nuevo retorna a las circunstancias actuales, las que le extraen el resto instintivo que en su pronto paso a la eternidad ha quedado extinto.

     - Matemático o físico parece que fuiste antes de llegar aquí. No se si bondades hiciste, de nada te va a servir, las buenas obras mitigan algo tu estado actual, pero tu hoja de ruta va a ser llana y simple, ya no hay rectificaciones ni modificaciones posibles.

     - ¡Qué matemático ni mandangas! Toda esa monserga de figuras geométricas me las hacían  aprender en mi postrimería para oxigenar mi deteriorado cerebro y es lo único que recuerdo y repito como papagayo. Solo fui curioso, muy curioso. No tuve estudios y sí necesidades, aunque tengo que reconocer que en esos tiempos mi alma revoleteaba como mariposa libre de pasiones y egoísmos. La amistad era mi satisfacción. Luego supe que a nada conducía este estado y supe salir de esa capa  humilde, satisfecha  y nula, que luego desprecié por su plana ambición; aquel dar a fondo perdido, sin intereses, sin rentabilidad. Mucha gente y amigos decían que me apreciaban y que era por mi mismo, sarta de mentiras, los interesados y pusilánimes eran ellos, unos desgraciados que son dominados por los más aptos, y además adoran y envidian.

     - Y ¿cómo cambiaste? En tu historial se dice que fuiste afortunado y riquezas tuviste.

     - Sí, la diosa Fortuna vino a mí y fui un buen acólito, desarrollé pronto sus leyes y principios. Poder y dinero, y gloria, que aumentaban en progresión aritmética. Quedé limpio de aquella risa fácil, del cariño, el amor, el aprecio. La sociedad me lo exigía aunque fuese falso, por lo que tuve que comprarlo al igual que el respeto; todo falso y ficticio pero no me importaba, estaba ahí y brillaban igual.

     - Basta de columpiarte y de contarme tu vida, tan egoísta y despiadada. Volvamos al escondite, que hay que estar atentos si queremos cenar esta noche. Ah, se me olvidaba, no se si vienes ya informado de lo que va a ser tu eterno destino.

     - No me digas que esto no es paso de transición, soy una asquerosa araña, animal poco apreciado de donde vengo, que más bien repele y hasta asco causo.

     - No puedo decírtelo, me das lástima, tu eternidad dependerá de los descargos que hagan a los que les chupaste la sangre, entre ellos has dejado mucha amargura y querrán pagártelo en la misma moneda. Te recuerdo tu máxima que viene en tu currículo, era aquello “Cebar la codicia para sacarle buenos jamones” y que debías de haber añadido “sin piedad”; y también, tu preferido préstamo ganzúa, presto a abrir embargos.

     - Yo estoy arrepentido, siento un peso en el pecho, mis ojos están húmedos, a quién me aclamo...

     - Es tarde, amigo mío, y déjate de lamentaciones y embustes, eso te valía en la tierra, tu actual corazón no aguanta tanta falsedad, al igual que tus nuevos ojos de pupila fija que ya solamente ven la red que está vacía. Como tu pensamiento que será único: caza y redes, redes que se rompen cuando alguien cae en ellas, y hay que volverlas a remendar y no hay hilo y hay que fabricarlo y en eso no puedes pedir ayuda, eres tú mismo que tienes que segregar el líquido para ello, que debe ser igual que la bilis que hiciste derramar a tus semejantes. Y tu sostén, tu alimento, es el que en tu planeta practicaste, chupar, chupar sangre, ¿no te satisfacía tanto? Lo vas a practicar por una eternidad. Si bien la que vas a chupar ahora nunca te van a saciar, son de pequeños insectos sucios y malolientes. Somos deudores de nuestras malas obras que llevamos a cuestas en este hermoso valle lleno de almas en pena.

     - Y tú ¿Quién eres que sabes tanto?

     - Otro penado.

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