Una atrevida ola borró tu nombre
grabado en la arena junto al mío.
Mientras, una gaviota, en el aire,
parecía gritar su desafío.
Dirigí la vista al horizonte;
vi el azul de la mar, brillante espejo,
mientras el sol brillaba, refulgente,
y yo dejaba volar mis sentimientos.
Bañaban mis pies las aguas,
cálidas bajo un cielo de verano.
Pensé que, tan cierto es que me amas,
como cierto es que yo te amo.
Estuve respondiendo mil preguntas,
en un quimérico examen repetido,
pues te quiero hoy, también mañana,
como ayer y aun antes, te he querido.