No me gusta la ausencia ni la espera
de sentirte venir y que no llegas,
tú calmas mi dolor y me sosiegas
alegrando mi triste primavera.
Esperas de mi alma que te quiera
en el mar de quimeras que navegas;
por el llanto que viertes y me anegas
como un náufrago llego a tu ribera.
Me siento por tu amor estremecido
llegas a mí como una enredadera
sujetando la vida que se ha ido.
¡Ay! mi querido y viejo amigo,
si los días de infancia reviviera
tan dorados como un montón de trigo. |