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EN PRIMERA PLANA 
(por Antonio Aura Ivorra)


      El primer tercio de la portada de INFORMACIÓN del sábado 15 de mayo casi lo cubre una foto con pie contundente: “Resolución polémica. Garzón se queda sin juzgado”. Bordeándola por el ángulo superior derecho, un texto en negrita dice: “Los consellers y los diputados se resisten a bajarse el sueldo como a los funcionarios.” En el segundo tercio, texto de tamaño notable y también en negrita: “Camps planea hacer coincidir las elecciones…” Y arrinconada a pie de página, en el ángulo izquierdo, allá donde hay que buscar para encontrar, la siguiente leyenda: “Rescate: Gato encerrado”; “Para sacarlo fue preciso cavar una zanja de dos metros”; y la foto de un pobre gatito, protagonista indiscutible, cogido del pescuezo por su salvador; (y se nos remite a la página 22 del periódico). Si noticia es novedad, esa es la noticia de portada aunque su tamaño y lugar no sean preferentes.

     Acostumbrado como estoy a su permanente presencia en los medios, me pasaron por alto los consellers y los diputados, la foto de Garzón y el plan de Camps (todos con méritos más que suficientes para ocupar tan destacado lugar repetidamente, como vienen demostrando; sin duda habrá ocasión para reencontrarlos cualquier otro día) y me centré en un óbito, que siempre es noticia, y en el día de gloria del que estuvo enclaustrado maliciosamente en una tubería a pesar de su inocencia: el gatito de Sant Joan, que tras cien horas de cautiverio fue liberado “por un grupo de voluntarios, con la colaboración de operarios del Ayuntamiento de Sant Joan d’Alacant…” según se lee en la página 22, enterita, donde se informa con merecida profusión de fotografías y texto: “El rescate paso a paso”, “Solidaridad”, “Cien horas de angustia felina”... voluntariado y sentimientos: “He sufrido mucho por el animalito y me alegro de que todo haya salido bien, decía una vecina.”

El felino, tras ser rescatado     Noticia poliédrica, de la que se pueden extraer apreciaciones válidas para su aplicación en múltiples circunstancias de las relaciones humanas, no siempre fáciles: a) rechazo absoluto a los malos tratos de los que fue objeto el gatito. Por ahí se empieza (pese a que tal vez nadie está libre de pecado, aunque probablemente ya lejano y expiado -¡ay la infancia callejera!-); b) ejemplar unión temporal de ciudadanos de a pie y operarios municipales (hay que tomar buena nota de eso) que habría que fomentar también a otros niveles en busca de sinergias; c) acuerdos previos a la actuación porque son manifiestamente imprescindibles para el éxito. (Parecen tan difíciles…); y d) trabajo. Trabajo para el desarrollo del plan convenido: algo sudarían para cavar una zanja de un par de metros, que no es poca cosa, junto a la tubería.

     Y sólo por último, nunca antes, vino el premio: sonrisas y satisfacción por el éxito alcanzado… que era conseguir la salvación del gato. Todos trabajaron para eso solamente. Solamente para eso. Sin engaños. Era el objetivo común. Por eso lo alcanzaron.

     De las noticias merecedoras de portada, ¿podría alguien destacar alguna otra que reúna estas estimaciones tan ejemplares? Incluso los meritorios antes citados, dignos de premio o galardón, que deberían serlo, parecen haber olvidado que el ejemplo y no el encantamiento es lo efectivo y eficaz, más que nunca en los tiempos que corren porque son los nuestros.

     Y me pregunto: Si un gato ha provocado toda esa expectación, esfuerzos solidarios y satisfacción final por el feliz resultado, ¿cuánto más contento produciría la misma dedicación y esfuerzo por nuestros semejantes, siempre merecedores de respeto, que en ocasiones son objeto de escarnio sólo por ser pobres rondando el esplendor del rico Epulón en busca de las sobras?  A las noticias me remito.

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