La viña… Policromía
de gajos de terciopelo
levantándose del suelo
bajo el sol de Andalucía…
Techo de parras en vuelo
presidiendo la llanura,
corales, en curvatura
arracimada de mieles…
La viña, que se apresura
a ser promesa de vino
la viña, fiel al destino
de parto de moscateles…
Augusto vino que acaricia y queda
como blasón de eterna bizarría,
prendiendo de las copias la ufanía
de su sabor a terciopelo y seda…
Me gusta contemplarte… No hay quien pueda
menguar tu calidad y tu hidalguía,
que llevas a Jerez y su alegría
entre aromas de nardo y rosaleda.
Me gusta imaginarme la aventura
que asegura en mi pecho, la segura
fragancia perfumada que, en mi vaso,
al celo apasionado que me encela,
con fondo de guitarra y castañuela,
pone tu piel de transparente raso.