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   AL HABLA CON...
JOSÉ ANTONIO MARÍN CASELLES
(por Vicente Esteve)


Ganador del Concurso Literario del año 2009 en la modalidad de Ensayo, de nuestro Boletín, con la obra titulada “La máscara”, y recordando su final: “porque el tema de la máscara tiene una vertiente también en el ámbito del amor. Pero de ella nos ocuparemos en otra ocasión.” aprovechamos cuando vino a recoger su premio y le preguntamos ¿es esta una buena ocasión para darnos un esbozo de lo que publicarás más adelante y que nos tiene intrigados? Y su respuesta fue:
- En este momento solamente tengo la idea simple y me falta desarrollarla pero el compromiso está ahí y lo antes posible quitaremos la máscara al amor.

 

¿Quién te comunicó la adjudicación del premio y cuál fue tu reacción?
- Me llamaron por teléfono Pepe Barberá y la persona responsable de que escriba en el Boletín que es Baldomero Santana. Fue una grata sorpresa y una gran satisfacción. Nunca antes me habían distinguido por escribir, por comunicar una idea, un pensamiento, una opinión. Considero alto el nivel de las colaboraciones, de ahí mi satisfacción al ser elegida una mía. Recogeré el premio no sin cierto rubor entre tantos buenos escritores.

 

¿Existen diferencias entre escribir ensayo y cualquier otra modalidad?
- Los límites entre distintos géneros literarios a veces es difuso. El ensayo es vestir una idea, con libertad, de estructura simple al principio, y que vas enriqueciendo con tu reflexión y argumentos, le añades después los complementos de datos, aportaciones de bibliografía o de la comunidad intelectual o científica si quieres que tenga cierto nivel, y acabas con un mensaje o conclusión (inferencias) que podrá o no compartirse.

 

Además de ensayos ¿cultivas otros géneros literarios?
- No. La verdad es que soy algo “vaguete” y me cuesta ponerme. Tras la licenciatura en Antropología acabo de terminar un trabajo de investigación para el D.E.A (Diploma de Estudios Avanzados) titulado “Turismo y procesos de cambio social”. El campo académico es en el que me muevo más y ocupa la mayor parte de mi tiempo ahora, además de algún artículo y, con mucho gusto, mis colaboraciones en el Boletín de JubiCAM.

 

¿Desde cuándo colaboras en el Boletín de JubiCAM?
- Hace aproximadamente un año y siempre en la misma línea sobre temas que considero pueden ser de interés. De carácter cultural y nunca político.

 

¿De dónde sacas los temas sobre los que escribes?

- De la observación de la vida. Me gusta escribir sobre el mundo que vivimos, del choque intergeneracional, de la dialéctica entre nuestro mundo, el que hemos recibido y la constante recreación de significados y valores, de las frustraciones del hombre, de la realidad y sus representaciones, de las dificultades que tenemos que superar en la vida, de los hijos…, es un amplio abanico de donde te surge la idea y, al desarrollarla, reflexionas y te documentas para, al final, ratificar o cambiar tu tesis inicial.

 

Con José Antonio¿Haces uso de la información que existe en Internet?
- Es necesario. En Internet hay una cantidad de información enorme que no se puede desaprovechar. Una opinión vale más si demuestras que está avalada por la comunidad científica, intelectual o datos objetivos. Nos enriquecemos todos con el saber acumulado. Lejos de perder mérito por ello nuestra conclusión, adquiere más credibilidad.

 

¿Consideras que la medida de la lectura no debe ser el número de libros leídos, sino el estado en que nos dejan. Si leer nos hace más reales?
- Totalmente de acuerdo. Te deben dejar enseñanza, saberes y, más importante que pasen muchos libros por ti, es que tú pases por los libros aprendiendo. Si no has sacado nada considéralo tiempo perdido.

  

Para no perder el tiempo, queremos conocerte en el plano familiar, cuéntanos
- Nací en El Raal (Murcia) en 1947, hice el Bachiller en Murcia y con beca en Madrid estudié Ciencias Políticas en la Complutense. Me casé en 1974 con Ascensión Palazón, hija de D. José Mª Palazón, ex Director de Inmovilizado de la CAM y hermano de D. Francisco Palazón, Director de Auditoría. Vivimos en Callosa de Segura (Alicante) y tenemos tres hijos: María (ginecóloga), José Antonio (profesor) y Tomás (este año acaba odontología). Nuestro matrimonio es de los de antes: duradero y cada vez más interdependiente. Rememorando a José Luís Sampedro, como aquellas parejas de bueyes que tras muchas horas arando, caminan por el surco de la vida más que juntos, pegados costado contra costado para no caerse porque con solo resbalar uno de ellos se caerían los dos.

 

¿Cómo entraste en la Caja y cual ha sido tu trayectoria?
- Fue por casualidad. Acabados los estudios estaba preparando oposiciones al Cuerpo Técnico de la Administración Civil del Estado y al mismo tiempo trabajaba por las mañanas dando clases en un colegio. Era el año 1976 y leí un anuncio que decía: “20 plazas para la C.A.P.A… ingresos anuales 300.000 pts.”. Yo me dije: “la leche, ¡estos tíos ganan el doble que yo!” Me presenté y entré pero con la intención de continuar mis oposiciones. Pero la CAPA era una Caja joven, en expansión, y ofrecía muchas posibilidades de promoción profesional. Tuve que elegir. Elegí la Caja y nunca me he arrepentido. Fui adscrito a Callosa de Segura, después sustituyendo a directivos de la Zona Vega Baja, Interventor, Director de las oficinas de Cox, Bigastro, Callosa de Segura y Guardamar del Segura. Aquí cayó en mis manos la circular institucional convocando un concurso oposición para cubrir 3 plazas de Directores de Zona, con motivo de la adquisición por la CAM de los Bancos San Paolo y Abbey Nacional Bank. Obtuve una de esas plazas y comencé llevando la Dirección de Zona de Torrevieja, luego la Zona de Elche-Santa Pola, después la Zona de Elda-Petrer y, por último, la Dirección de Zona Internacional Sur, en donde accedí a la situación de “Jornada especial”. La experiencia en la Caja ha sido muy gratificante. He aprendido mucho, he conocido a muchos amigos y he trabajado con grandes compañeros entregados en cuerpo y alma a la Caja, sin condiciones. Me acuerdo especialmente de aquellos cuyo esfuerzo, conocimientos y amor a la Caja no se han visto recompensados con un reconocimiento justo y proporcional en la escala jerárquica de la Entidad. Son muchos.

 

¿Qué ha supuesto para ti la prejubilación?

- Pues una bendición. Una suerte inmensa que me está permitiendo disfrutar más intensamente de la vida. Sin estrés por exceso de actividad o responsabilidad, con serenidad, observando todo a mi alrededor, la trayectoria de mis hijos, la gente, la naturaleza, la huerta, el tiempo, los colores, reflexionar, escribir, estudiar, etc. Empecé por andar despacio por la calle. Sin prisa. No tengo ya temor por llegar tarde a ningún sitio. He desterrado palabras como “objetivos”, “reuniones”, “rendimiento”, “competitividad”, “venta”, etc. Un mes antes de la prejubilación ya me había matriculado en la Universidad. Quería volver allí porque mi primera etapa fue una época muy convulsa y quería vivirla en tiempos de democracia y libertad. He presentado el proyecto para la tesis doctoral y en ello estamos.

 

Y para acabar -lo siento, no hay más espacio- ¿alguna anécdota?
- Cuando acabé el tercer examen para ingresar en la Caja nos dijeron que en aquella semana recibiríamos una carta los aprobados para realizar la entrevista final. Yo no la recibí. El lunes siguiente vi al cartero por casualidad en un bar y le pregunté, sin esperanza, si tenía carta para mí y me dijo: -“no lo se, no me acuerdo”. Media hora después me la entregó. La tenía retenida 4 días. En ella se me citaba para aquella misma tarde ¡hora y media después y estaba a 55 km! Salí corriendo a ponerme guapo para la entrevista. El cartero, meses después, fue a la cárcel por tener retenidas varias sacas de correspondencia en el campanario de la iglesia sin repartir. Lo más probable es que “mi” carta tuviera como destino una de aquellas sacas. Me he preguntado muchas veces cómo habría sido mi vida si no me encuentro por casualidad aquel día al cartero, en aquel bar a aquella hora precisamente. La vida es una casualidad tras otra.

 

Para no tener retenida nuestra entrevista le garantizo que me pondré manos a la obra en cuanto llegue a casa, sin pasar por campanario alguno, para enviarla lo más rápido posible al Boletín.

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