Subía la cometa
ingrávida y airosa
sobre la blanca arena.
El mar estaba en calma,
la brisa, deliciosa,
paseaba la playa
feliz la recorría
mitigando el calor
del sol que ardía.
Subía la cometa
llena de bellos sueños,
brillaban sus colores.
Inocente quería
llegar al alto cielo,
posarse en una estrella
como una mariposa
entre las flores.
¡Pobrecita cometa!
qué equivocada estaba.
Sin brisa se caería
sin viento no era nada,
además, no sabía
que un miserable hilo
a la tierra la ataba
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