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MIRANDO AL FUTURO
(por José M. Fernández Melero)


     Nuestro buen amigo y Presidente, José María, me pide que haga un comentario sobre los XXV AÑOS de nuestra Asociación, un periodo de tiempo cargado de cambios y vicisitudes, en el que la Caja ha vivido, tal vez, su periodo más apasionante y en el que dejamos de ser empleados activos para ser otra cosa. De pronto, el trabajo que ocupaba gran parte de nuestro quehacer, pasa  a ser algo que no existe y cada uno ha tratado de llenar con actividades mil, el tiempo de ocio que siempre añoró y, de paso, echar de menos a los compañeros y toda una rutina que era nuestra vida.

     La Asociación de Jubilados ha sido un medio perfecto para mantener esas amistades y permitir que siguiéramos unidos, por vocación, los que tuvimos la suerte de dedicar durante muchos años nuestro trabajo a entidades tan magníficas como “fueron” las Cajas de Ahorro.

     En primer lugar, quiero expresar mi inmenso agradecimiento a todos los compañeros que me han precedido. Con su ejemplo, me enseñaron lo importante que eran las Cajas, el servicio a la sociedad desde todas sus facetas económicas y sociales. Sin ellos nada habríamos hecho.

     Los tiempos convulsos que corren ya se presentían hace unos años y no han sido pocos los equilibrios y sacrificios que hubo que hacer para armonizar lo que entendíamos que debían ser nuestras entidades, con los diversos modos de actuar de los partidos y las personas por ellos designados para formar parte de nuestros Órganos de Gobierno.

     Las Cajas de Ahorro se desarrollaron poderosamente al término de la contienda civil que tan maltrecha dejó a nuestra Patria y, cosa curiosa, la “carta magna” por la que se regían nuestros destinos era el denominado “Estatuto de Ahorro”, con el que se ponía fin a unas entidades filantrópicas y se marcaba el sentido social y de servicio financiero para las pequeñas economías; Decreto que defendió, en 1933, el político republicano Largo Caballero. Estaba tan bien planteado que durante la dictadura franquista a nadie se le ocurrió cambiarle ni una coma. La LORCA vino más tarde con Fuentes Quintana (ley 2290/77), ya en periodo democrático. Las Cajas habían sorteado toda suerte de dificultades, desde la exigencia de inversión obligatoria en determinados valores y préstamos, hasta el impedimento para el descuento de papel comercial. No es necesario decir a quién beneficiaban estas trabas. Con la nueva Ley otros intereses se vieron representados en los Consejos de Administración de las Cajas.

     Éramos deseados y temidos, nos quedábamos con Bancos que no habían sabido gestionar, con el beneplácito de los Reguladores y de la propia Banca, y ninguna Caja dio motivos para preocupar a sus clientes o al Gobierno. En alguna crisis supimos curarnos las heridas con un claro sentido social y de hermandad.

     Hay amores que matan, reza un dicho popular y los Entes Autonómicos sintieron por las Cajas un “amor a primera vista”, todos han tratado de controlarlas celosamente del modo más amplio y ponerlas al servicio de lo que entendían que eran objetivos de cada Autonomía.

     Las consecuencias están a la vista, hemos perdido una imagen ganada día a día, durante muchísimos años, en unos pocos.

     Lo paradójico de la situación actual es que sea un Gobierno Socialista el que promueva unos cambios que no sabemos dónde nos van a llevar.

     Hay muchas pinceladas sueltas en este comentario y algún brochazo pero de nada sirve decir, si nos conformamos y dejamos pasar el tiempo. Hemos de pasar a la acción, bien como la asociación que somos o creando una específica que se ocupe con la mayor libertad e independencia de defender los intereses de la clientela para que las Cajas no desaparezcan.

     Hasta el momento hemos ganado algunas batallas como las de tipos de interés o cuando quisieron robarnos nuestras hipotecas, modificando mil normas. Si tenemos confianza y trabajamos bien podemos tratar de no perder nuestra identidad como Caja de Ahorros.

     Y, sobre todo, tenemos la obligación moral de no permitir que la sociedad pierda un referente ético como han sido y espero que sigan siendo las CAJAS, vitales para el desarrollo de las pequeñas economías y a las que hemos sabido atender desde siempre.

     Espero que podamos celebrar el “L Aniversario” de nuestra Asociación, y recordar el momento actual como una anécdota más de nuestra centenaria historia.

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