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EVOCACIÓN
(por Antonio Aura Ivorra)

    



Recuerdo: "Cosa que se regala
en testimonio de buen afecto"
A mis amigos Rafael Carchano,
José Luis Doménech y Pepe Martínez


     Éste es uno de los muchos episodios con sello de adolescente vividos en años complicados para muchos, y constreñidos además para algunos, que agrada evocar simplemente por el placer de su recuerdo:

     En Alcoy, paseábamos arriba y abajo por el Carrer Sant Llorenç; la gente se concentraba allí, apretujada en las aceras, charlando y desfilando en columna de a tres o cuatro para encontrarse “casualmente” con alguien. Nuestro vocabulario se había enriquecido con la palabra “astronauta” porque Yuri Gagarin había regresado; después de rondarse la Tierra por ahí arriba era tema de conversación. Y acabábamos de participar por primera vez en el festival de Eurovisión, representados por Conchita Bautista con la canción “Estando contigo”. Todo un acontecimiento que facilitaba la charla con las chicas y el poder “quedar” con alguna. Si lo conseguíamos, nos daba igual paúla o carmelita, la invitábamos al Monterrey cuando se podía –todo un derroche- o, más modestos, al cine, a los Salesianos, a butaca nada menos, aunque siempre había algún Consejero vigilante por allí. Pero bueno, la entrada no era muy cara.

Afinando la punteria     En la fachada del Ayuntamiento, el cartel de fiestas: Un molinete de cuatro aspas ilustradas con la media luna, un turbante, la cruz y un yelmo. Moros y cristianos. Fiestas a San Jorge, decía la leyenda. Y en La Glorieta, cigarrillo en los labios y mano en el pecho, nos montábamos nuestra entraeta particular. Sin música, pero como si la hubiera, el Cabo de Escuadra blandía su cimitarra aparente (siempre hemos sido moros) con inusitada gallardía.

     Allá en El Terrer, paseando por la feria con el bolsillo escaso, el tiovivo, las casetas de tiro, el tren de la bruja, el castillo encantando, la noria, la pista de autos de choque… ¡qué caros!; y flotando en el aire, ese de feria repleto de aromas de nubes de algodón sabor a fresa, manzanas acarameladas, almendras garrapiñadas, palomitas de maíz y aceite de churrería, el sonido denso y confundido del “Apache” de Los Shadows, la “Nit de Llampecs” de Los Relámpagos y la cálida voz de Jimmy Fontana, zaherida por el vozarrón atronador de los altavoces de una tómbola ofreciendo sus boletos “que siempre tocan”. La bocina de los autos de choque, una campana y las sirenas ensordecedoras de algunas atracciones anunciando viaje, contribuían al guirigay. Ruidos sin los que la feria no sería. Hablábamos a gritos.

     La escopeta no falló en esa ocasión. Cierto que el francotirador no era tal en ese momento. No actuaba aislado. Contaba con el apoyo intenso del grupo salvo el de uno que, despistado, estaba mirando algo seguramente más atractivo. ¿Una chica, tal vez? Miren, miren si no, la foto que corrobora cuanto digo. Ahí está: el rifle se sale, el pulso no tiembla y los ojos, no solo los del tirador, fijan su mirada en el blanco, cercano, pero, cosa del feriante debe de ser, inexplicablemente difícil. Aunque costó  lo suyo conseguimos la foto.  Era el 23 de Abril de 1961 con nuestros ya quince años de vida que, pareciéndonos lentos, anquilosados, pretendíamos superar inhalando el humo de olor intenso de un “Bisonte”, compartido a veces, comprado a granel en una paraeta próxima a la Plaça de Dins.  Ilusiones y prisas por vivir.

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