Nos enfrentamos a la soledad;
es nuestro amargo destino.
Aquéllos que amamos se van
siguiendo su propio camino.
Nosotros quedamos atrás
y, apenas, sobrevivimos.
Somos como nave en la tormenta,
batida por todos los vientos.
La única ansia que cuenta
es recobrar a los nuestros,
volver a sentir su calor,
tenerlos cerca de nuevo.
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Pero la vida se muestra dura;
tal vez somos más blandos
o , en nuestra premura
por acortar el tiempo , gastamos
el poco que queda
con , sólo, recuerdos amargos.
Olvidamos que en el amor
no hay retazos de amargura.
tiene cabida el dolor,
que con más amor se cura;
herida que sella el tiempo
cerrando bien sus fisuras.
(Dedicado a mis amigos Ana y Gaspar) |