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SE CIERRA EL CÍRCULO
(por Ana Burgui)


     Todo comenzó en septiembre. Lo compartí con vosotros, en un escrito a Jubicam, se llamaba “Gracias JUBICAM”. El principio fue una llamada de teléfono que me hizo, ahora puedo dar su nombre, Elena Antón, compañera de trabajo hace 25 años, en la oficina Urbana c/Sevilla 0083 (que bonito queda al verlo escrito). Aquella alegría que me llevé generó un escrito que leísteis muchos de vosotros, entre ellos, Fermín Juan Gilabert, que era el Director de esa oficina en aquella época, o sea, mi jefe.

     Días después me llamó por teléfono para decirme que tenía que darme unas cosas y que vendría a mi casa. Llegó el día y sonó el timbre, no venia solo; Encarna Climent, Jaime Portes y J.L. Aldeguer lo acompañaban, habíamos coincidido trabajando en aquella oficina. Sorpresa, saludos y emociones, aunque había estado con alguno de ellos en otros momentos laborales, sin embargo, hacía tiempo. Se abrieron los recuerdos, las anécdotas, y revivimos los momentos entrañables que habíamos vivido en aquella oficina, quizá el que más, la visita diaria a la oficina de aquel muchacho, Marcelino, -con sus 30 años, su discapacidad psíquica y su bocadillo de mortadela- que a gritos nos saludaba a todos y a las chicas a veces, nos quería dar un beso. Fueron saliendo comportamientos y actitudes. Recuerdo una clienta que me dijo un día:”da gusto venir, solo por ver el ambiente que tenéis”, ese comentario me enseño a disfrutar del trabajo.

     Después de revivir “la calle Sevilla” los recuerdos recorrieron su camino y el tiempo, en este caso breve, fue dando forma a lo que culminó con otra acción. Nos reunimos los que pudimos, Fermín Juan, Encarna Climent, Francisco Fortes, Josefina Quílez y yo misma y nos fuimos a ver a Elena Antón. Sorpresa inesperada y cálida. A los comentarios que fueron surgiendo se nos unió otra compañera de otra sección, Mª del Carmen Ballenilla, volvía a sonar el “bullir” de la Caja. Terminamos ante un café. Y así se cerró el círculo. Una alegría recibida que va navegando y salpicando a las distintas personas que un día formaron parte de “algo” y que están dispuestas a devolver esa alegría y así ha sido, ha vuelto a la persona que lo había iniciado.

     Quizás mirando cuidadosamente a nuestro alrededor, la vida está llena de círculos que tenemos que cerrar, no convine dejarlos abiertos, hay que “cuadrar caja”.

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