La luna, como un farol
de plata, entre las estrellas…
La noche, dando silencio
para que los niños duerman…
Yo… ¡Voy sintiendo azabaches
que me recorren las venas
y umbrías, desdibujando
el paisaje que me cerca…!
Ando solo en la noche, por que sea
mía tan sólo la plata de la luna
y mía la nube, distendida y bruna
que, envolviendo a la luna, se argentea…
Ando solo en la noche, y aletea
mi corazón tranquilo, no hay ninguna
razón que me alborote; viene una
reconfortante brisa que me orea.
Ando solo, sintiendo la alegría
de esta paz que me crece, mientras tanto
el silencio se crece sin desgana
y…
¡Espero que despunte el nuevo día
para gozar, de nuevo, de ese encanto
que es el primer albor de la mañana!