Zagal de mis amores
el de la piel dorada
déjame que me vaya contigo
a tu alta cabaña
y durante el camino
alegra la mañana,
desgrana melodías
con tu flauta encantada.
Cogeremos la fruta
cuando esté sazonada,
las bonitas cerezas
de aquellas ramas altas
y las rosadas fresas.
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Y juntos se marcharon
con las ovejas blancas
por el camino verde
hacia la azul montaña.
Vieron salir el sol
teñido de naranja
vieron salir la luna
cual perla anacarada
y se hicieron promesas
cuando llegaba el alba.
Y al pasar algún tiempo
cuando no lo esperaban
llegó una niebla densa |
que todo lo tapaba
y escondida entre ella
se marchó la zagala.
Quedó triste el zagal
pues le dolía el alma
y no miraba el sol
al nacer la mañana
ni miraba a la luna
pálida y escarchada
y no veía el valle
que a sus pies descansaba.
Sólo cerró los ojos
pues morir deseaba.
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